Parte 19

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Fueron echando la tierra con ayuda de algunas tapas de ollas, que recogía más cantidad, pero el trabajo no parecía tener resultados. Por más que echaban tierra al agujero, éste no terminaba de llenarse. Miguel se estaba empezando a desesperar. Porque por más que lo hacía con rapidez, seguía habiendo más tierra fuera que dentro.

- Espera, María. ¿No estarás sacando la tierra que echo dentro?.

- ¿Qué dices?, ¿cómo voy a hacer eso?. Es de tontos.

- Pues el agujero sigue igual. Por más tierra que echo, el agujero sigue igual de vacío.

- Ya me había dado cuenta, pero estaba esperando a que te dieses cuenta.

- Pues ya me he dado cuenta, ¿y?.

- Que ésto es una prueba de que quiere que sigamos buscando.

- ¿Otra vez con lo mismo?.

- Sí, yo estoy convencida y está intentando convencerte a ti también con algo que veas con tus propios ojos ya que eres un incrédulo.

- Ya, pues no voy a seguirte el juego. Esto se tiene que acabar.

- ¿Pero qué te cuesta?. Buscamos, y si no encontramos nada, que no será así, lo dejamos y hacemos lo que tú quieras.

- Eres cabezona, eh?. Bueno, lo haremos como dices. Total, ya metidos en fregado... qué más da.

- Bien, pues vamos al trabajo. Vamos a escarbar con cuidado por si encontramos algo.

Los dos se pusieron a escarbar con cuidado. Aunque a Miguel no le hacía mucha gracia alargar esta historia, no quería cerrarse en banda y darle una oportunidad a María para que abriera los ojos y recapacitase.

Con ayuda de tenedor y brocha fueron poco a poco escudriñando el agujero como si fueran unos arqueólogos avezados. Los dos trabajaban en silencio, concentrados hasta que Miguel se paró en seco, inmóvil. María se dio cuenta y lo echó a broma, como que era un flojo y que se cansaba enseguida. Pero Miguel no articulaba palabra.

- Pero qué te pasa que no sigues, ¿ya no quieres continuar?.

- María..... ¿quieres echarle un vistazo a ésto?- echándose a un lado.

- ¡Lo has encontrado!. ¡¿Ves como tenía razón?! .

Los dos de pie miraban hacia algo que sobresalía. Era algo que parecía redondo y pequeño. María se agachó y con la brocha fue limpiándolo de tierra para no romperlo hasta dejarlo al aire. Cuando lo consiguió, se volvió a levantar para verlo mejor.

- Ves, Miguel, no estoy loca. Sabía que tenía que estar aquí.

- ¿Pero sabes lo que es?- con nerviosismo.

- Claro, ¿no lo ves?. Es un cráneo.

- ¡Pero es de un ser humano!

-Sí, y por el tamaño parece que de una persona pequeña o un niño.

- ¿Y estás tan tranquila?.

- ¡Lo que estoy es feliz!. Esto demuestra que no estoy loca y que son los restos de la persona que se puso en contacto conmigo para que la encontrara y pueda descansar de una vez.

Miguel no daba crédito a lo que veía y escuchaba de boca de María. Por primera vez en su vida tenía que dar su brazo a torcer y dar la razón a lo ilógico, por lo menos para él. Todo lo relacionado con espíritus, almas, infierno, cielo.... Para él eran patrañas, mentiras o historias piadosas para hacer la vida más llevadera y afrontar la muerte con más tranquilidad.

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⏰ Última actualización: Nov 13, 2015 ⏰

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