Los primeros rayos de sol de la mañana entraban por los cristales de la puerta de la terraza del piso de María, que empezaba a tomar luz y color. La televisión daba las primeras noticias. En el sofá, dormitaba María. Después de lo del teléfono, no pudo dormir y se puso a ver la tele hasta que el sueño la venció. El despertador no tardó en sonar. Lo apagó con pereza. Había dormido poco y mal y lo que menos le apetecía era ir a trabajar. Podría inventarse una excusa para faltar al trabajo y tomarse el día libre, pero era mejor salir de casa, tener contacto con la vida, despejar la mente.
Tenía que ser todo parte de una pesadilla. Como esas veces que sueñas, te despiertas y estás en otro sueño pero no te has despertado de verdad. Revisó las llamadas del teléfono. No cabía duda. Cuánto echaba de menos a Miguel. No podía llamarlo para contarselo. Bastante tenía con lo de su padre como para llenarle la cabeza con sus preocupaciones. Intentaría solucionarlo por su cuenta aunque no sabía cómo. Lo único que se ocurría era ir a una tienda de telefonía y que le revisaran el móvil. Lo mismo era un problema de la placa base. O también podía pasar del tema e ignorarlo. Tendía a agobiarse con cualquier problema por pequeño que fuese e ir a la tremenda, como un elefante en una cacharrería. Lo primero, terminar de vestirse e ir a trabajar.
Ya de camino al trabajo, en el autobús, le sonó el móvil. Buscó en el bolso. No conseguía dar con él. El problema de los bolsos grandes, que se meten tantas cosas que al final no se encuentra nada. Al fín dió con él. Lo desbloqueó con miedo. En la pantalla aparecía el nombre de Miguel. Respiró aliviada. Descolgó.
- ¡Buenos días, Miguel!. ¿Cómo estás, cómo está tu padre?.
- ¡Buenos días, pequeña!. Bien, seguramente le den el alta hoy o como muy tarde mañana. La noche la ha pasado tranquilo. A mi madre la mandé a casa a dormir y está más tranquila.
- Me alegro que se haya quedado en un susto y vaya todo tan rápido. ¿Te quedarás más días, no?.
- Sí, por lo menos una semana. Le han puesto un tratamiento y me quiero asegurar que lo cumple a rajatabla.
- Claro.
- ¿Y tú qué tal?
- Yo, bien. Me pillas en el autobús camino del trabajo.....- se quedó callada pensando si le decía algo de lo que le había pasado por la noche o pasar del tema.
- Te has quedado callada, ¿ha pasado algo?.
- No, qué va, todo bien- de nuevo un silencio- Es que te echo de menos.
- Eso lo sé, que me echas de menos. Yo también a tí, pero no puedo volver hasta que ésto se quede solucionado. No me quedaría tranquilo.
- Por supuesto, si lo entiendo. Yo haría lo mismo. En fin, estoy llegando a la parada - era mentira-. Ya hablamos otro día, vale?. Un beso para ti y tus padres.
- De acuerdo, ya hablamos. Otro para ti.
Se habia visto obligada a mentirle para no seguir hablando y no caer en la tentación de contarle nada. No le gustaba mentir, ni a él ni a nadie, pero no le había quedado más remedio. Aunque Miguel siempre estaba dispuesto a escucharla y ayudarla, en este momento no podía ser egoísta. Tenía que pensar en él y no en ella para aprender a caminar sola. También tendría que aprender a que cualquier preocupación no afectara a su trabajo. Las personas que atendía no tenían por qué sufrir su malhumor, desidia o apatía. No era ser hipócrita, sino saber diferenciar y apartar las cosas personales de las profesionales. No tenían que afectar una en la otra o viceversa. Muchos frentes para solucionar.... Iría poco a poco. De momento, llegar al trabajo con una sonrisa y hacerlo lo mejor posible.
El ascensor lo cogió por los pelos. Subir por las escaleras, cinco pisos, era morir en el intento por asfixia. Gracias a que alquien puso la mano para que no se cerraran las puertas, al escucharla gritar "¡esperen, esperen!", pudo cogerlo. Se hízo un hueco como pudo entre la gente. Iba hasta los topes. Nadie estaba dispuesto a fortalecer piernas y glúteos con las escaleras.
- Al recibir un favor es de buena educación dar las gracias, por lo menos en mi pueblo, aunque aquí en la ciudad se pierde.
Lo había dicho alguien de los que estaba delante de ella. No sabía quién lo había dicho, sólo veía grandes espaldas. Se sintió avergonzada y dijo un "lo siento, gracias", mirando para el suelo y con las mejillas arrebatadas.
- Es broma, María. Has entrado como un torbellino que me ha hecho mucha gracia- girandose la espalda que tenía delante de ella.
- Ah, hola Javi. Gracias por esperar.
- Como para no hacerlo oyendo los gritos que dabas. Parecía que te iba la vida en ello.
- Y tanto, porque no la voy a dejar en esas escaleras.
- Yo tampoco la daría. Bueno, ya estás a bordo. ¿Preparada para un día de locura?
No sabía a qué se refería. Pero ella le siguió la corriente.
- Claro, siempre preparada para lo que pueda surgir.
- Pues vamos a por ellos. Los del turno de noche me han dicho que la han tenido movido. Por lo visto ha habido un brote de legionela y la gente está preocupada llamando sin parar.
- Pues habrá que armarse de paciencia y amabilidad para tranquilizarla y ayudarla en lo que podamos, no?- decepcionada por pensar que era una proposición, indecente o no, pero una proposición al fin y al cabo.
- ¡Pues vamos allá mis valientes!- alzándo el brazo, al abrirse las puertas del ascensor, como si llevara una espada cual caballero de reluciente armadura. Y como vasallo fiel a su Señor, María siguió a Javi hasta su mesa dispuesta a luchar por los más débiles.
El miró hacia atrás para cerciorarse de que ella le seguiese la comedia. Viendo que así era, siguió con la pantomima, blandiendo la espada imaginaria con paso seguro hacia una cruzada ardua dificil pero seguro de que se alzaría con la victoria junto a su fiel vasallo.
María no pudo más que soltar una carcajada ante tal ocurrencia. Le vino bien reír, le hizo soltar tensiones y olvidarse de sus preocupaciones. Javi parecía buena gente y podría ser que algún día puediesen quedar. Por lo menos a ella le gustaría conocerlo un poco más y que él tambíén quisiera, claro.
La mañana discurrió como habiá predicho su compañero. El panel de llamadas no daba a basto. Las lucecitas no paraban de encenderse.. La mayoría de las llamadas eran consultas sobre la legionela. Intentaba aclararles las dudas que pudiesen tener, sobre todo tranquilizarlos si no mostraban sintomas identificativos de la enfermedad.
Llegó la hora de comer sin darse cuenta. Para cuando se levantó Javi ya se habia marchado. Seguramente con los de Administración, como dijo. Le hubiera invitado a comer, después de haber compartido la broma, se sentía un poco más cerca de él. Pero por lo visto para él solo habia sido una broma con alguien que se habia apuntado al carro y ya está. No tiraría la toalla, lo volvería a intentar en otra ocasión.
Los camareros del bar se interesaron por la evolución del padre de Miguel. María los puso al corriente de las ultimas noticias agradeciendoles su interés de parte de Miguel. Pidió el menú del día y mientras comía leyó la prensa para no comer demasiado deprisa y no aburrirse. También consultó en las páginas amarillas tiendas de telefonía cercanas a su casa o por el barrio. Tendría que salir de dudas de si su móvil funcionaba bien o no y arreglarlo. En toda la mañana no se había acordado del tema, eso era buena señal de que sus propósitos los estaba poniendo a funcionar.
Encontró varias que estaban en el barrio. Al salir del trabajo iría directamente y si tenía que dejar el teléfono para que lo revisaran, mejor. Aunque estuviese incomunicada, estaría más tranquila.
Como habia pensado así fue. Tuvo que dejar el móvil sin más opción si quería saber si funcionaba bien o tenía algún problema. Por supuesto que no explicó nada de la llamada. Sólo dijo que no se le quedaba marcado el número de entrada de llamada ni registrada. El dependiente de la tienda le dijo que se pasara al dia siguiente que seguramente ya lo tendría listo. María salió de la tienda contenta y feliz de pensar que esa noche dormiría a pierna suelta.
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Llamada perdida
Mystery / Thriller¿Crees en fantasmas?. Quizás cambies de opinión o te haga tener dudas sobre su existencia después de leer este relato. En la vida, ni todo es verdad ni todo es mentira.Y esta historia, ¿es real o ficticia?. Lo dejo a tu elección porque yo sí lo s...