Llamada perdida

Parte 18

- María, no hay nada en la grabadora. Está vacía, no hay nada grabado- mirándola con tristeza.

- ¡Cómo que no hay nada!. ¡No puede ser!- levantándose como una exhalación .

-¡María!-cogiéndole del brazo- Déjalo ya. No insistas. Todo ésto es fruto de tu imaginación. Te has montado esta historia, no sé porqué, y ya ha terminado. Te ayudaré a arreglar este destrozo. Buscaré el mejor médico para que te ayude. No te voy a dejar sola.

-¡¿Cómo que no hay nada?!- con los ojos llorosos- ¿Y el ordenador que se encendía solo, y las llamadas, y las voces que me despertaban, y lo que grabé y oí anoche?. No puede ser. ¡Es verdad, es real!. ¿Por qué no me crees?. ¿Tan loca me crees como para hacer todo ésto?. ¡¿Por qué me haces ésto?!-gritando hacia el salón- ¡He hecho lo que me has pedido!,¡¿por qué no dices nada ahora?, ¿por qué me dejas sola?-mirando hacia el techo, hacia el agujero, esperando una respuesta.

-María-cogiéndole las manos, de rodillas, con la calma que podía tener en esos momentos-por favor, mirame -tomando su cara entre sus manos- ha terminado. No estoy enfadado contigo, estoy aquí contigo, como siempre y no te voy a dejar. Pero tienes que entender que ésto ha sido una locura. Tienes una imaginación increíble y no has sabido diferenciar la ilusión de lo real. Te has dejado llevar sin control. Pero no importa, lo arreglaremos, vale?- buscando en su mirada un signo de aprobación.

     María lo miraba entre las lágrimas que caían por su cara como una cascada. No podía parar de llorar. Por su cabeza pasaba todos los razonamientos que hizo antes de empezar con todo ésto y aunque en un principio estuvo de acuerdo en que aceptaría si era una locura, ahora no era capaz de admitirlo. Había sido todo tan real que no podía, no quería que fuese una mentira. Su vida no podía tomar ese giro y llevarla a un psiquiátrico, truncando un futuro que se imaginaba completamente distinto.

     La única prueba válida que podía reforzar su historia y hacerle comprender, había desaparecido. No tenía nada a qué agarrarse para convencer a Miguel. Mirando el desastre de salón y mirándose ella misma, con toda la ropa sucia, las manos hinchadas llenas de heridas y sucias de tierra, no le quedó más remedio que aceptar la dura realidad. Miró a Miguel y se abalanzó a sus brazos con todas sus fuerzas como una niña pequeña que busca protección. Miguel la abrazó con fuerza y mucho cariño, acariciándole la cabeza, meciéndola, besándola, calmándola con palabras de comprensión y ánimo. Verla así le partía el alma, tan indefensa, tan pequeña.... No podía llorar, tenía que ser fuerte, pero las lágrimas se abrieron paso sin freno.

      Estuvieron llorando los dos abrazados durante un largo tiempo, hasta que no hubo más lágrimas que derramar y los ánimos estuvieron calmados. Deshicieron el abrazo y se miraron. Soltaron una risa viéndose los dos con los ojos rojos de llorar y la cara de Miguel manchada de tierra. María disculpándose por mancharle y haberle hecho pasar ese mal rato y él no dándole importancia y haciéndole bromas para que se relajara y riera.

-¿Estás bien?

_Sí, estoy mejor, más tranquila.

-Bien, es lo que quería oír. Escúchame, no te preocupes. Esto lo vamos a pasar juntos, no te voy a dejar sola, ¿de acuerdo?.

-Vale. Gracias Miguel. Siempre estás cuando te necesito.

- Por supuesto, no te vas a librar de mí tan fácilmente. Soy más pesado que un mosquito en la oreja.

-Jajajaja.... Qué tonto eres.

-Así me gusta verte, riendo. Ya verás como todo pronto volverá a la normalidad, te lo prometo.

-No prometas nada Miguel. Día que estés conmigo, que me llames.... Me alegrarás el corazón.

-Te lo prometo porque no vas a estar sola nunca más. Porque te voy a alegrar ese pequeño corazón, porque lo voy a llenar de amor, de cariño todos los días. Porque quiero escuchar tu risa, que me alegra el alma, porque quiero secar tus lágrimas cuando estés triste, porque quiero que compartas tus preocupaciones conmigo...... Porque quiero compartir mi vida contigo.....

-Pero, ¿ qué estás diciendo Miguel?. Se te está pegando mi locura.

-No María. Sé muy bien lo que estoy diciendo. Viéndote como te he encontrado, me he dado cuenta que no te quería perder, que no podía ni quería dejarte sola. Que se me parte el alma verte tan destruida. Nos conocemos tan bien que sabemos lo que piensa uno y otro, aunque esta vez me has despistado, jajajaja. Y aunque lo quieras negar, sé que tú también me quieres, incluso más de lo que crees.

- ¿Por qué me haces ésto ahora?, ¿por qué no lo hiciste antes de todo ésto?.

-Porque, al igual que tú, lo negaba. No quería quitarte libertad para encontrar a alguien a quien amar. Pero los dos hemos rechazado a quien se acercara. ¿O no es verdad?.

-Sí, siempre he dado de lado a otros por no perderte, por no hacerte daño. ¿Pero por qué no lo has hecho antes y no tenerme que ver así?.

-Por lo mismo que tú, por no dejarte, por no hacerte daño y por cobardía. Pero hoy lo he visto claro, a pesar de todo este caos. Bueno, ¿qué me dices?.

-¿A qué?

-No seas tonta. ¿Querrás pasar el resto de tu vida, aunque sea con pastillas, conmigo?.

       María se le quedó mirando con media sonrisa y acariciándole la cara. Le parecía mentira que por fin le mostrara sus sentimientos y en un momento así. La vida, a veces, tenía una manera un poco enrevesada de mostrarte el camino. Y parecía que éste era el camino.

-Claro que sí, tonto-dándole un beso que nunca hubiera imaginado que fuese correspondido con tanto amor que la hizo despejar cualquier duda de que todo no pudiera tener solución. De que ahora todo volvería a la normalidad y se sentía tan feliz, tan exultante de alegría que la mareaba.

-Y ahora, ¿qué hacemos?.

-Pues yo creo que lo mejor será poner todo ésto en orden. Así que dame una pala y voy echando la tierra a su sitio.

-¿Una pala?. Sólo tengo una paleta de cocina.....

-Dios mío, va a ser un día muy largo.