Parte 3

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El domingo amaneció con un día radiante, espléndido, lleno de luz y de un cielo completamente azul. María se había despertado pronto, sobre las nueve de la mañana. Desde la terraza de su apartamento se veía toda la calle, desde la avenida hasta los jardines que la separaban del barrio colindante. Los jardines eran como la frontera entre el barrio obrero y el barrio de lujo. La diferencia radicaba en los edificios. Eran pisos más grandes y de mejores calidades, con cochera y piscina comunitaria aunque sus inquilinos no diferían de los otros. Más allá había chalets deslumbrantes, de ensueño e incluso excéntricos.

 El barrio de María era como un pequeño pueblo con sus tiendas de todo tipo, supermercados, centro médico, farmacias, escuelas e incluso una iglesia. Si el trabajo lo tenías en el barrio no se necesitaba salir de él para nada aunque el centro de la ciudad estaba a cinco minutos, donde estaban las tiendas de moda, grandes centro comerciales, pubs, monumentos....Realmente era aquí donde se daban los acontecimientos importantes de la ciudad: procesiones de semana santa, cabalgata de reyes, exposiciones, ferias de libros... y también donde se concentraba mayormente el ambiente de fin de semana.

Sentada en un sillón en la terraza mientras tomaba un café con leche a pequeños sorbos, María pensaba en la noche que había pasado. Con la luz del día parecía un sueño, como tantos tenía y recordaba. Tenía esa peculiaridad desde pequeña, especialmente si eran inquietantes, felices o pesadillas. Pero éste no había sido un sueño con total seguridad. También había que tener en cuenta que era muy despistada, por lo que podía haber sido un despiste de tantos.¿Para qué darle más vueltas?. Se levantó del sillón apurando el café, se puso unos vaqueros, una camiseta, zapatillas, los auriculares para escuchar la radio y salió a dar un paseo. Andar le vendría bien. Quería aprovechar un día tan estupendo y tomar un poco de sol. 


Una vez en el portal no sabía para dónde dirigir sus pasos. Después de unos minutos de dudar, decidió ir hacia el río. Estaba un poco lejos, tendría que cruzar el centro y la zona antigüa de la ciudad y por supuesto luego volver. No lo dudó más y emprendió el camino.


Había gente paseando también, por la forma de andar y la indumentaria, se les distinguía. Los domingos y días de sol la gente salía a hacer algo de ejercicio o con los niños para que jugaran en los jardines que estaban acondicionados para ellos, toboganes, columpios, barras donde colgarse, tierra... 


En las calles del centro había poco tráfico, algunas terrazas de bares con algunos clientes desayunando y algunos turistas, con mapa en mano, que querían aprovechar el día desde primera hora para visitar el máximo de monumentos posibles. Eran inconfundibles por sus sandalias o botas de montañismo y por su piel sonrosada que adquiría un color rojo al cabo del día, como langostinos a la plancha. 


Al adentrarse en la zona antigüa de la ciudad la temperatura bajaba algún grado. Sus calles estrechas y la cercanía del río hacían que esta zona fuese más concurrida en verano, hasta altas horas de  la noche. El puente que atravesaba el río, del tiempo de los romanos, estaba animado de gente. Este puente era la unión con otros barrios, por lo que siempre había viandantes cualquier día del año y a cualquier hora. Era el lugar perfecto para aprovechar el sol porque no había sombra donde cobijarse en los días de invierno, pero un suplicio en pleno verano.


Una vez que María llegó al puente, una hora después de salir de casa, necesitaba tomarse un refresco. Eligió un bar al azar, había demasiados donde elegir. Se sentó en una mesa donde daba el sol. Salió el camarero y le pidió un refresco de naranja. Al momento se lo sirvió. No se había dado cuenta de la sed que tenía hasta que sintió el líquido refrescante por la garganta. Se quitó los auriculares para llenarse de los sonidos de la gente, del río, de la ausencia de sirenas y de coches.... Era reconfortante. Media hora después emprendió el camino de vuelta. Se haría más pesado y lento. Se notaba cansada y se lo tomaría con calma.


Una hora y media después llegaba a su apartamento. El paseo la había agotado. Sentada en el sofá del salón pensaba que no haría más este recorrido, era demasiado. Se ducharía, se pondría el pijama, se haría una pizza y con suerte echaría una gran siesta. Según lo previsto, así lo hizo.

Cuando despertó de la siesta, el salón estaba en penumbra. Miró el reloj y casi no podía ver la hora que era. Se levantó del sofá y encendió la luz. ¡Las ocho de la tarde!. Había dormido demasiado. La caminata la había cansado más de lo que pensaba. Salió a la terraza. Desperezandose, echó un vistazo a lo largo de la calle. Estaba iluminada por las luces de las farolas. Los aparcamientos estaban completos. Se notaba que la gente había vuelto del fin de semana. La calle casi desierta. Se notaban las pocas horas que quedaban para comenzar la rutina semanal, y la gente se estaba preparando para volver a madrugar, trabajar, colegios....

María también tendría que volver a madrugar. Mientras cerraba la puerta de la terraza se hizo el propósito de levantarse al primer toque del despertador. No podía llegar con el tiempo justo a trabajar, y poner en compromiso a Miguel para que la tapara si preguntaban por ella. Aunque era tontería, porque tenía que fichar a la entrada y quedaba demostrada su hora de entrada.

Se sorprendió de que no se acordara de Miguel en todo el fin de semana. Se sentía muy unida a él, incluso lo echaba de menos cuando se iba de vacaciones. Solían llamarse muy a menudo para contarse cualquier cosa que se les ocurriera. "¿Cómo estaría?".  El lunes en la comida le contaría sus aventuras de fin de semana, con su toque cómico de costumbre. 

Dejó preparada la ropa que se pondría al día siguiente. Una ropa cómoda, nada de tacones por si tuviese que correr y el despertador preparado para sonar con tiempo suficiente para no llegar tarde. Cenaría algo y se acostaría pronto. Cuando María se proponía algo en serio, lo cumplía a rajatabla. 

Llamada perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora