Capítulo 20 - Unión (Parte 1)

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Mellea.

Mamá solía repetir incansablemente que nuestra felicidad era lo más importante en la vida, siempre y cuando no hiriéramos a quienes nos rodeaban. Alessa y Flavio encarnaban a la perfección este principio, demostrando que el amor verdadero va de la mano con el respeto y la consideración por los demás.

Despierto en la habitación y busco a mi hermana al borde de la cama, pero la encuentro junto al ventanal, sus ojos perdidos en el horizonte donde las olas del mar acarician las costas de Francia. Llegamos el día anterior de la fiesta, con la expectativa de que hoy, 15 de julio, sería el gran día que cambiaría para siempre la vida de Alessa y la llenaría de nuevas emociones y responsabilidades.

Y así ha llegado.

La veo sonriente, radiante de felicidad, pero percibo un atisbo de nerviosismo en su mirada, algo completamente comprensible dado que está a punto de contraer matrimonio. Me levanto de inmediato y la abrazo por el costado, sujetándola del hombro con ternura y complicidad, compartiendo ese momento especial antes de que el bullicio del día los envuelva en su vorágine.

No esperaba que la presencia de Biagio me perturbara tanto, pero lo sucedido la otra noche solo confirmó mis peores temores y despertó sentimientos que preferiría no reconocer. Sin embargo, hoy no es el día para pensar en mí misma ni en mis emociones, hoy es el día de Alessa, y debo estar ahí para apoyarla y celebrar con ella este momento único en su vida.

Mi hermana me dedica una mirada radiante mientras nos sirven un ligero desayuno para que lo coma.

—No tengo hambre —me dice con una sonrisa nerviosa y una chispa de emoción en sus ojos.

—Debes comer algo, hermana —le reprendo con cariño— no queremos que te desmayes a mitad de la ceremonia, ¿verdad?

Ella exhala incrédula. —Es hoy, me caso hoy. ¿Puedes creerlo?

Asiento con una sonrisa y le doy un beso en la cabeza, desvaneciéndose mi interés por cierta persona. Hoy es su día, y debo concentrarme en eso. —Es tu día, y debes disfrutarlo al máximo.

Una hora después llega el maquillista con todo su arsenal para hacer su magia. Por la tarde, Jerome nos envía a los empleados con nuestras vestimentas. Le pregunto por todos los detalles y me asegura que no debo preocuparme por nada, todo está transcurriendo según lo planeado.

Mi hermana se viste con su lencería, sus ligas y una bata por encima. Charlo con ella mientras la maquillan y peinan para aligerar su ansiedad. Observo cómo realzan su belleza con sombras brillantes, tonos negros y cafés, poniendo todo su empeño en resaltar su rostro para este día tan especial. Dejan su cabello suelto, recogiéndolo ligeramente en los costados y dejando dos mechones sueltos a cada lado. Le dan volumen en la parte superior para que pueda lucir una corona donde se enganchará el velo, dándole un aire de princesa moderna lista para su cuento de hadas personal.

Me enfundo en mi vestido azul cielo strapless, con una delicada abertura en la pierna y un detalle plateado en la cintura que destella con cada movimiento. Mi cabello, normalmente suelto y salvaje, es cuidadosamente recogido en una coleta elegante, mostrando mi nuca y dejando al descubierto mis hombros. El maquillaje resalta mis ojos cafés claros, acentuando su brillo natural y realzando mi expresión con tonos suaves y sutiles.

Las horas han pasado como un susurro en medio del bullicio de preparativos y emociones encontradas. El momento de la ceremonia se acerca rápidamente, y siento una mezcla de nerviosismo y emoción palpitar en mi pecho, como un tambor que marca el compás de este día tan especial.

Un suave golpeteo en la puerta anuncia la llegada de Albert, vestido impecablemente con un smoking azul verdoso y sosteniendo dos cajas con reverencia en sus manos. Sus ojos se humedecen al ver a ambas listas y radiantes, y una sonrisa emocionada se dibuja en su rostro al no poder contener las lágrimas de orgullo y felicidad.

Linaje LetalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora