Capítulo 28 - Contratiempo.

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Biagio.

No estaba en mis planes pasar toda una noche entregado a follar en mi despedida de soltero, no cuando no tenía razón para irle a rogar a Mancini. Se suponía que, además de ser mi supuesta última noche de soltería, este tiempo era para tomarme un "descanso", libre de estrés antes de la ceremonia, simplemente disfrutando de unos cuantos bailes.

No quiero y ni voy a sentirme culpable por haber terminado en una noche de desenfreno cuando no fui yo quien planeó todo esto. Al principio, ni siquiera quería salir, con el mal humor que me acompañaba, la falta de sueño y el estrés acumulado. La jodida insistencia de Daryna que al final fue para Franco (lo cual no importa), sumado a todo lo que cargaba con la abstinencia y mi cerebro martillándome sobre las votaciones, lo último que deseaba era celebrar algo que no tenía intención de dejar de hacer.

Pero algo inesperado sucedió por la noche.

Extiendo mi brazo en busca de la enigmática mujer de cabello castaño con la que compartí horas de intenso sexo y desenfreno.

No solo invadió mi espacio sin que me diera cuenta, sino que además me sedujo como una verdadera diosa, despertando en mí deseos que me hacían sentir como un adolescente hormonal, perdiendo el control que suelo tener.

En cuestión de segundos, me volví un completo desquiciado con la ropa que llevaba puesta. Esa mujer es decidida, y eso me vuelve loco.

Continúo buscándola con la mano y me doy cuenta de que ya no está a mi lado. Abro los ojos de golpe y descubro un vacío en el lugar donde debería estar ella.

Me levanto de golpe. Ella no suele desaparecer de esa manera cuando está a mi merced.

—Mancini —llamo en voz alta, pero no obtengo respuesta.

Decido llamar nuevamente, pero el resultado es el mismo: nadie responde. Me preparo para buscar en todas las habitaciones, pero no encuentro rastro alguno de ella.

Tomando mi teléfono, marco su número, solo para ser redirigido directamente al buzón de voz.

¡Maldita sea por hacer esto justo ahora! Debo irme de inmediato para prepararme para la puta ceremonia, y ella piensa que tengo tiempo para sus estúpidos juegos.

Caminando con rabia por todo el lugar, sin éxito alguno, ¿se ha ido? No puede estar llevando a cabo estas estupideces en mi territorio, y mucho menos en este día con todos los presentes que estarán.

Con la ira nublándome el pensamiento, finalmente me doy cuenta de una nota sobre la mesa de la cocina, la cual no había notado antes. La tomo y comienzo a leer.

"Señor Cicchi,

Debo confesarte que pasé una buena noche a tu lado. Me fui porque sé que estás a punto de casarte, y no quería hablar del tema ayer para no arruinar las horas que compartimos juntos. Lamentablemente, soy una persona orgullosa, y llámame caprichosa o lo que quieras, pero no estoy de acuerdo con ese matrimonio. Por lo tanto, si decides casarte, esta noche fue nuestra despedida, una digna despedida para nosotros. Sin embargo, si te retractas de tu decisión, te espero esta tarde para continuar con lo nuestro. No te diré dónde estoy hasta que me enteré de tu elección.

Besos, Mancini."

No sé si reírme de sus absurdas peticiones o enfadarme aún más por marcharse sin decir una palabra. ¡Qué mierda!

Mi mente se queda en blanco. ¿Qué pretende con todo esto?

Sin pensarlo dos veces, marco el número que necesito. Esta vez, contestan a la primera llamada.

—Jefe.

—¿Has visto salir a Mancini? —pregunto en un tono demasiado fuerte y seco.

—No señor, no hemos visto a nadie.

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