Capítulo 17.

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Drogo


—¡Joder Nicolae escúchame! ¡Te estoy diciendo que la chica Plum es muy poderosa!— Exclamo golpeando la mesa.

—Drogo tiene razón Nico, esa chica esconde algo, además, tengo la impresión y por la cara que pones, que tu eso ya lo sabes...— Sugiere Peter sentado a mi lado.

Finalmente, Nicolae ha accedido a hablar con nosotros en la sala de reuniones. Peter y yo estamos sentados alrededor de una gran mesa de roble y Nicolae descansa sobre el sillón de Padre con su porte relajado y tranquilo frente a nosotros. Nos escucha como si fuéramos dos críos que se justifican por su mal comportamiento en el colegio. Es bien entrada la noche, y la sala se encuentra iluminada por la cálida luz de la lámpara de pie tras Nicolae. Después de muchas horas discutiendo sobre Kristen, Peter y yo tenemos la certeza de que nuestro hermano mayor no nos cuenta todo lo que sabe. Nos mantiene en la ignorancia y no tengo ni idea de porqué. Antes nos lo contaba todo, absolutamente todo y este cambio de actitud y de forma de hacer levanta muchas sospechas despertando nerviosismo en mí. Y eso solo quiere decir una cosa, que esa chica pelirroja que tanto me fastidia esconde algo muy gordo, que nuestra familia está al corriente y que por alguna extraña razón nos mantienen al margen.

—Chicos, relajáos, no será para tanto... Por lo que me habéis contado, sufristeís un hechizo muy fuerte por parte de los Nimbus. A lo mejor solo ha sido vuestra imaginación debido al desgaste psíquico que comporta soportar tal tortura mental— explica con voz neutra y actitud pasiva.

Me levanto de un salto tirando la silla al suelo con un fuerte estruendo que resuena por toda la sala. Los ojos expectantes de mis hermanos fijan su atención en mí bajo un silencio sepulcral. Mi respiración se acelera, cierro los puños con fuerza e intento controlar mis impulsos para que la locura que tanto me ha costado dominar no aflore volviéndose destructiva con cualquier cosa que se me ponga delante. Pet y Nico no dicen nada, me conocen, y aunque no lo admitirán nunca, en realidad temen que pueda descontrolarme. Saben de lo que soy capaz y agradezco que me den espacio y poder relajarme. Miles de pensamientos se agolpan dentro de mi mente atropellándose entre sí e hirviendo como en una olla a presión. El cerebro me arde en demasía y si no fuera porque no necesito respirar juraría que me falta el aire. Agacho la cabeza, me curvo apoyando los codos sobre la mesa y cierro los ojos focalizando el único pensamiento que me hace volver a la normalidad. La melodía de un violín se cuela imperioso deshaciendo a su paso todos los pensamientos oscuros que me invaden desde hace demasiado tiempo. Su imagen aparece produciendo esa armonía que calma mis demonios y la tensión empieza a disminuir apresuradamente eclipsada por ella. 

—¿Sientes lo mismo que yo?—Soy su preferida... Siempre me deja hacer lo que quiero...— Los recuerdos de su preciosa voz resuenan dentro de mí.

Al evocar su voz, mis labios se tuercen formando una tierna sonrisa, los ojos dejan de arder y la visión se aclara. Con un rápido movimiento, apoyo las manos, me yergo y me impulso  hacia arriba con determinación en mi rostro. El sonido de mis lentos pasos pero seguros, me siguen hasta Nicolae bajo su atenta mirada. Peter sigue cabizbajo jugando con sus anillos sobre el mueble de madera.

—Querido hermano... ¿Acaso has visto alguna vez a alguien hacer volar por los aires a tres brujos Nimbus sin siquiera pestañear?— Gruño enseñando los dientes a centímetros de su cara.

De repente, Nicolae sonríe con un brillo especial en los ojos y ese gesto tan genuino me hace retroceder unos pasos.

—¿De qué coño te ríes?— Le pregunto apretando la mandíbula con fuerza.

Nicolae se levanta con mirada altiva y como si hubiera crecido medio metro de golpe me mira desde arriba cual gigante.

—¿De verdad crees que no lo he visto antes? ¡Todos los que estamos aquí lo hemos presenciado alguna vez!— Confiesa alzando la voz dejándonos helados.

Zenit. (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora