Kristen
—"¡Corre caperucita, corre mientras puedas!"—
No puedo salir, ni correr, ni moverme. Mis pulmones luchan frenéticos por deshacerse del inmenso nudo que se ha instalado en medio de mi pecho dificultando la entrada de oxígeno. El autor de mis terrores nocturnos me atrapa con sus garras de lobo feroz, sus ojos hipnotizantes de basilisco hielan mi sangre y mi cuerpo no reacciona. Esto es horrible, el pánico me ha paralizado totalmente dejándome a su merced. ¿Por qué no puedo hacer nada? ¡Soy más fuerte que todo esto!
El chico de pelo oscuro y mirada serena sonríe de medio lado con los brazos cruzados en su pecho, indiferente, imperturbable...
Sin saber qué hacer, en silencio le suplico con mirada cómplice que me ayude, pero este, no mueve ni un solo músculo ante mi petición desesperada.
Drogo, mi pesadilla hecha realidad se acerca sigilosamente hacia mí con elegancia e indolencia, examinándome de arriba a bajo satisfecho ante la impotencia que se ha apoderado de todo mi ser. Retrocedo ante sus pasos hasta que mi espalda choca nuevamente contra la pared de ese maldito callejón. Su figura imponente se planta finalmente delante de mí, excesivamente cerca, invadiendo mi espacio vital. Con todo el valor que consigo reunir en una situación tan delicada, alzo la vista topándome con sus oscuros ojos llenos de deseo. Sin dudarlo ni un instante, levanta su brazo con una sutileza demasiado estudiada apoyando su mano contra el muro tras de mí, su mirada felina se sitúa a la altura de mis ojos quedándose fija en ellos, como si intentara descifrar todo lo que ocurre en mi interior.
—¿Qué pasa, no te acuerdas de mí?— Interpela curioso con voz suave.
La profundidad de sus palabras dispara todas mis alarmas, esa voz tan lejanamente familiar hace que mi consciencia se remueva inquieta luchando por despertar y romper la brecha que se abrió la primera noche que le vi. Cuando siento su voz, una fuerza sobrehumana me atrae irremediablemente hacia él y el terror que sentía hace un momento se disipa rápidamente dando paso a una serenidad que se apodera de toda mi esencia.
Una sonrisa sospechosamente tierna se escapa de entre sus labios mientras se separa un poco para poderme contemplar mejor. Ese distanciamiento me perturba y como si él lo sintiera acerca de nuevo su mano acariciando mi rostro con ternura.
—Te tengo caperucita, el lobo te ha encontrado y nunca más podrás escapar— susurra con esa voz ronca que tanto me inquieta.
Y sin siquiera pestañear se abalanza sobre mí clavando sus colmillos en mi cuello con voracidad.
—¡No!— Grito con fuerza dando un salto en la cama empapada de sudor y la respiración entrecortada.
Poso mi mano en mi pecho intentando tranquilizarme repitiéndome a mi misma que solo era un pesadilla cuando de repente, entre la oscuridad de la noche le vislumbro fuera frente a mi ventana ¡observándome!
Presa del pánico busco rápidamente el interruptor de la luz y cuando se enciende ¡ha desaparecido!
Pálida como la nieve me levanto corriendo y cierro la ventana por donde el aire entra para poder mecer mis cortinas. Aún con la respiración agitada escruto el exterior moviendo mis ojos de un lado a otro frenéticamente pero no veo a nadie.
Suelto un suspiro profundo.
—Solo era una pesadilla, no hay de qué preocuparse...— Expulso en voz alta intentando convencerme a mí misma.
Me acerco a la cama con la duda dando vueltas sin parar en mi mente y me acuesto. Mi mirada se clava en el techo rememorando ese extraño sueño e intentado entender su significado
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Zenit. (EN PROCESO)
VampireKristen y Sky son dos jóvenes australianas que viajan a Alemania para cursar un grado de citogenética en una importante Universidad de Berlín. Su nueva vida, lejos de su casa, resulta ser muy intensa. Estudiar y conocer gente nueva era algo con lo q...