Capítulo 20.

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Sky


Han pasado tres días desde que K estuvo en casa de los Bartholy y no hemos sabido nada de ella desde entonces. No hay pistas de a dónde pudo ir o si alguien se la llevó, secuestrándola. La sola idea de que algo malo le pase me aterra en demasía. No me puedo ni imaginar qué pudo haberle sucedido, si alguien la lastimó. Evito a su madre a toda costa porque no sé como decirle la verdad, que no supe cuidar de ella y la perdí de vista.

Miro desde la ventana como el día pasa frente a mis ojos, una frazada cubre mi cuerpo por completo, el día ha estado frío, nevando, lo que provoca que tanto la calle como la acera se cubren de una capa de nieve, las copas de los árboles están ligeramente pintadas de blanco también. Desde mi habitación tengo una hermosa postal que hoy me regala Berlín pero mi alma se siente vacía, triste, rota...Sostengo un plato entre mis manos, Haniel espera que coma algo y yo no puedo pensar en nada más que no sea dónde está mi amiga.

Al día siguiente de la desaparición de K, Drogo vino para hablar conmigo y asegurarse de que ella no estaba aquí. Me pareció sentir que él también está sufriendo por ella y por primera vez pude ver a un Drogo con miedo, serio y sin esa sonrisa petulante que siempre lleva en los labios. Podría decir que se le veía preocupado, tal vez lo estaba, pero no entiendo el porqué si ellos apenas se conocen, y lo sé porque conozco a K desde hace muchos años, hemos compartido muchas cosas juntas y Drogo no es parte de su vida, no lo era hasta hace unas semanas.

—¿Sky? —giro la cabeza para mirar a Haniel, se sienta a mi lado y me mira con preocupación —. No has comido nada —señala el plato con sopa que ni siquiera he probado y se mira rico.

—No tengo hambre —confieso —. Toma —le entrego el plato y lo acepta sin rechistar.

—Sé lo que Kristen significa para ti —sube la mano a la altura de mi mejilla para apartar un mechón y ponerlo detrás de mi hombro. Sus movimientos son delicados, dulces. Me hacen sentir un poquito mejor —. Lo he visto a lo largo de los años y sé que más que tu amiga es tu hermana —sonrío con lágrimas en los ojos. Un nudo se forma en mi garganta.

—Lo es —mi barbilla tiembla a nada de soltarme a llorar de nuevo. Siento los ojos hinchados y seguramente los tengo rojos de tanto llorar, pero ahora mismo eso es algo que no me importa —. La extraño, Haniel, la extraño tanto y no quiero que nada le pase.

—Ella va a estar bien —pone dos dedos bajo mi barbilla atrayendo toda mi atención hacia él —. Lo sé, lo siento —lo abrazo sin miedo a que me rechace. Todos estos días se ha portado como un ángel conmigo, me ha preparado la comida y me saca de la cama cuando no quiero ni respirar. Ha lavado mi ropa y ha ido al super a comprar lo que se necesitaba para la casa, anteayer lo pillé barriendo y lavando los platos.

—Tú-tú la puedes buscar, ¿no? —me separo unos centímetros. Me mira raro sin entender lo que quiero decir. Pongo mis manos en sus brazos —. Eres un ángel, así que debes tener poderes.

—Sí, poderes de luz, Sky. No soy un brujo, no tengo magia —aclara sereno. Mi corazón se apachurra cuando le escucho decir estas palabras —. No estamos conectados cómo tú y yo, si tú te pierdes sabré dónde buscarte, siempre te voy a encontrar, pero con ella no es así...

Hago un puchero, mi labio tiembla y mis hombros se sacuden. Me siento tan tonta, si tan solo tuviera esa magia de la que Haniel habla ya la hubiera encontrado desde hace días y ella no estaría perdida.

Soy una estafa.

—No lo eres —aparta un mechón de mi cabello con dos dedos y me regala una bonita sonrisa —. No eres nada de eso —le sonrío tímida y de nuevo me estrecha entre sus brazos.

Zenit. (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora