Haniel
—¿Has visto eso, Padre?— Pregunto asombrado.
Le miro por encima de mi hombro encontrándome con su imponente figura con los brazos apoyados en sus piernas y la mirada atenta hacia abajo.
—¿No vas a intervenir?— Le pregunto con tono de preocupación.
Sacude la cabeza en señal de negación.
Mis orbes se abren sorprendidos ante su firme gesto sin dejar de mirarle. No esperaba esta reacción, pero tampoco me sorprende.
Su pecho se hincha, coge aire y lo expulsa profundamente con mirada serena. Percibo su todopoderosa mente cavilar presurosamente mientras peina con los lánguidos dedos su albúmina barba tupida.
Acto seguido, se pone de pie y con un imperturbable paso se acerca hacia mí. Posa sosegado su mano en mi hombro dándole un ligero apretón.
La escena que contemplábamos hasta ahora conmuta en un santiamén, apareciendo ante nosotros, la imagen de la joven Cooper cerrando la puerta de lo que supongo que es su aposento.
Bosteza con indolencia estirando los brazos hacia arriba y trenzando las extensas hebras castañas, empieza a caminar hacia el baño dejándolas a un lado. Se planta ante el espejo contemplándose en él durante unos segundos, coge el cepillo y comienza a cepillarse los dientes con ímpetu.
—Hiciste un juramento con su madre. Le juraste cuidar de la hija durante toda su vida humana. Lo recuerdo perfectamente...— Remarco con mirada seria.
—No voy a ser yo quien intervenga esta vez Haniel, lo harás tú— confiesa con rostro benévolo.
—¿Yo?— Pregunto mirándolo incrédulo con los ojos muy abiertos y la quijada desencajada —Pero si yo solo he ido una vez a la tierra, no sé cómo interactuar con los humanos, ¡y mucho menos actuar como ellos!— Exclamo inquieto.
—Sé que harás un buen trabajo, hijo— dictamina con voz profunda.
—¿Y no puede ir otro de mis hermanos? Gabriel o Ariel podrían ir sin problema— propongo con sonrisa amable —Hasta Arael puede hacer mejor el trabajo que yo— expreso bajando la cabeza.
—No te menosprecies hijo mío, tú al igual que tus hermanos sabéis cómo complacerme— su expresión es calmada.
—Pero ellos han estado más tiempo en la tierra, yo solo he bajado una vez— levanto un dedo —Y tú estabas ahí conmigo— recalco.
—Haniel— advierte suspirando.
Entonces se da la vuelta y con sus manos en la espalda, empieza a caminar sin rumbo fijo, dejando que sus pies lo lleven.
—Sabes perfectamente que el destino de la señorita Cooper ya está escrito, y que lo que va a pasar debe pasar— argumenta pensativo observando abajo con mirada seria.
—¿Pero por qué?— Pregunto disconforme.
Vuelvo a mirarla y la veo acostarse bajo los cobertores de su lecho, cubriendo su cuerpo con la suave tela reconfortándola en demasía.
—Porque así son los designios...— Sentencia voz voz segura.
—Querrás decir tus designios, padre— lo interrumpo arrepintiéndome al instante haberlo hecho —Y no quiero cuestionarlos ni mucho menos pero...— Me excuso rápido intentando arreglar mi atrevimiento.
—Lo que tenga que pasar, pasará, Haniel, y aunque no lo quieras así, no puedes hacer nada al respecto— concluye frunciendo el ceño.
—No creo que ella merezca esa vida. Su madre se está pudriendo en las llamas del infierno al lado de Lucifer, quien de nuevo, ganó llevándose su alma, otra más para su colección. Es un enfermo...— Escupo airado.
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Zenit. (EN PROCESO)
VampirKristen y Sky son dos jóvenes australianas que viajan a Alemania para cursar un grado de citogenética en una importante Universidad de Berlín. Su nueva vida, lejos de su casa, resulta ser muy intensa. Estudiar y conocer gente nueva era algo con lo q...