Capítulo 18.

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Sky


El sol se ha metido perezosamente dejando algunos destellos rojos en el cielo provocando que la temperatura baje unos grados estremeciendo mi piel. Las cortinas de mi habitación se encuentran cerradas pero la luz de las farolas en la calle se cuela entre la delgada tela. La pieza se encuentra sumida en un silencio sepulcral y aterrador que me pone nerviosa, más de lo que ya estoy. No dejo de sentir que algo va mal y no sé si sea la presencia de Haniel pero esta se siente como si la pudiera dar paz a mi vida y no un caos, en lo que se ha transformado últimamente. 

Haniel descansa en mi cama como un bebé recién nacido, una frazada cubre sus piernas y parte de su cuerpo. Digo que parece un bebé porque solo comimos algo y se fue a dormir, además del hecho de que duerme en forma fetal haciendo que se vea más... tierno.

Pero qué cosas estoy diciendo.

Tuve que comprarle un pijama para cubrir su cuerpo, no quiero que cuando K llegue vea a un tipo en mi habitación, en mi cama, completamente desnudo. Y tampoco sé que voy a hacer con él.

Le miro desde la silla del escritorio, analizando cada uno de sus movimientos pero lo único que hace es cambiar de posición y cubrirse con la frazada. Su cabello rubio está esparcido en la almohada, los mechones van de un lado al otro algunos se pegan a su frente y siento la necesidad de apartarlos pero me contengo y me quedo en mi lugar observándolo casi sin parpadear.

Todo esto se siente tan irreal, como si estuviera en un mal sueño y en cualquier momento fuera a despertar pero para mi desgracia eso no va a pasar aunque lo deseo con toda el alma.

Me sobresalto cuando Haniel se mueve y cambia de posición en la cama, suelto un suspiro bajo para no despertarlo y me acomodo de nuevo en la silla. Miro el móvil que yace encima del escritorio y el nudo que se mantiene en mi garganta amenaza con desatarse. Hace horas que le estoy llamando a K pero no responde ni a mis llamadas mucho menos a mis mensajes, estoy demasiado preocupada y nerviosa, más que nada con la llegada de este ángel que ha dejado nuestro baño hecho un desastre. No sé cómo le voy a explicar a mi mejor amiga lo que ha pasado, no me va a creer que ese chico es un hijo de Dios y que está aquí para cuidarme. Pero tendrá que creerme ya que compartimos espacio con dos vampiros sádicos.

Creo que me voy a volver loca.

Regreso la mirada hacia Haniel qué duerme despreocupado mientras que yo soy un saco de nervios que está a nada de explotar. Pero cuando creo que las cosas no pueden ir peor oigo sonar el timbre por toda la casa. Suelto un suspiro cansado y me pongo en pie para salir de la habitación y dejar la puerta entreabierta. Bajo las escaleras perezosamente, desganada y abro sin preguntar si quisiera quien es.

Doy un paso atrás cuando me encuentro con la imponente figura de Pet... Peter, apoyado en el costado de la puerta. Mantengo una distancia prudente con él, porque lo mejor para mí es mantenerme lejos así no voy a salir lastimada. 

Levanta la mirada hacia mí y alcanzo a percibir un dejo de maldad en ese par de luceros azules. Su aura es tan oscura como la noche cuando no hay estrellas en el firmamento, me estremezco en mi lugar, una especie de sentimiento frío me recorre de arriba abajo. Sondea detrás de mí y esboza una sonrisa traviesa en los labios

—¿Qué haces aquí?— Cuestiono temerosa. Me pone nerviosa tenerlo tan cerca.

—Tengo algo que decirte de Kristen— mis ojos se abren de par en par al escucharle decir ese nombre.

—¿Sabes dónde está? Le he estado llamando toda la tarde y nada, siento que algo malo le pasó— llevo mis manos a mi pecho y mis ojos se llenan de lágrimas. 

Zenit. (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora