Prólogo.

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—¡No! ¡No lo hagas Víctor!

Su imponente y diabólica figura impresiona hasta el más poderoso de los seres. Sus ojos rubí se clavan en los míos y veo bailar oscuras sombras que no auguran nada bueno.

—¡Por favor!— mi voz suplicante es engullida por el aura tenebrosa que emana de él.

—No quiero olvidarla...— suspiro agachando la cabeza, derrotado, sabiendo que la partida está perdida.

Un gruñido se escapa de entre sus labios y mis ojos vuelven a fijarse en los suyos, que me atraviesan duramente.

—¿Crees que estás en posición de exigirme nada? ¡A mi!— Su voz resuena por toda la mansión. Se ha vuelto lúgubre, inhóspita, a perdido toda su luz desde que Víctor ha vuelto. Su ponzoña lo ha invadido todo, cualquier resquicio de esperanza...

—¡Eres un ingenuo si crees que voy a dejar que ella siga aquí! Contigo, conmigo, ¡somos unos monstruos! Ella se merece algo mejor— Su mirada se pierde en los ojos de la mujer que le acompaña.

Nut le dedica una mirada cómplice, decidida y ahora ella posa sus claros ojos en mi.

—Lo siento mucho pero esto no puede continuar así...— Sus iris se apagan débilmente. Se acerca a Víctor, le susurra algo al oído y él asiente lentamente sin dejar de mirarse. No puedo saber que le ha dicho porqué el aura que emana de él me lo impide. Nut vuelve a mirarme dulcemente

—¡Traedla aquí!— Ordena con voz firme haciendo un gesto con la mano.

Las bestias que esperan lejos de nosotros se alejan y vuelven con... ¡Es ella! Doy un salto como si me hubieran pellizcado y noto como Víctor se tensa.

—Dadas las circunstancias te permito que puedas despedirte de ella por última vez, consideralo un regalo— Nut frunce el ceño y estira su mano para que ella se le acerque.

—¿Qué pasa mami? ¿Se ha portado mal? —Pregunta con voz dulce e indecisa sin dejar de mirarme.

Mi posición sumisa y suplicante arrodillado ante ellos, hace que su expresión se perturbe y le inunden un mar de dudas.

—No ha hecho nada malo cariño. Tenéis que iros de viaje y tienes que despedirte, ven— Le aclara Víctor con voz suave pero contrariada.

Se acerca triste y se planta delante de mí con los ojos húmedos. Un nudo se forma en mi garganta y mi respiración se acelera. No quiero perderla, no quiero olvidarla, nunca...

Le cojo un mechón taheño con mis pálidos dedos y deposito un beso dulce.

—Bueno pequeña, lo hemos pasado bien pero ahora debes irte...— Una sonrisa amarga se forma en mi rostro.

—¡No quiero irme!— Deja escapar con un grito agudo.

—Adiós... Pórtate bien— susurro mordiéndome el labio

—¡No!— Grita de nuevo y me abraza con todas sus fuerzas.

Víctor deja ir un suspiro pesado, se acerca decidido y la arranca de mis brazos bruscamente cogiéndola fuerte de los hombros.

—¡No! ¡Déjame!— Sigue gritando mientras se la llevan lejos de aquí, quedándome solo con Víctor.

—Muy bien chico, vamos a acabar con esto.

Una fuerte aura me invade, me oprime y se apodera de todo mi ser. Siento mi mente quebrarse en pequeños trozos y como la oscuridad engulle cada recuerdo de ella.

—¡Drogo!— Su grito lejano es lo último que oigo antes de ser devorado por las tinieblas de Víctor.


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Aquí les dejamos el prólogo para adentrarnos un poco más a la historia. Mañana el primer capítulo 😉

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