Un común acuerdo

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Deslizó su pulgar por la pantalla, aburrido, bajando entre publicaciones. Ya nadie compartía algo divertido estos días, ¿es que siempre tenía que ser él quien subiera los memes? Qué decepción.
Reacomodándose en los escalones de ese porche, dio una calada a su cigarrillo, reteniendo el humo en sus pulmones y disfrutando el exquisito ardor por unos segundos.
Sosteniendo el cigarrillo entre su índice y medio, acomodó su celular entre las manos para luego dejar escapar el humo por sus fosas nasales.

Tras ver un video de gatitos, México decidió que ya era hora de volver a la fiesta, así que apagó el pitillo en el cenicero y se reincorporó a la música, las risas y las conversaciones casuales.

Era una buena fiesta: al ser el cumpleaños de Canadá éste decidió invitar a medio mundo, literal; hasta Australia estaba ahí, portando una camisa negra y un gracioso collar de un canguro con guantes de boxeo.
Debía admitir que se veía bien, en especial con esos pantalones ajustados ciñendo sus caderas y resaltando su trasero oceánico.
Esbozó media sonrisa, mientras apartaba la vista de tan tremenda tentación y se servía un poco de ron.
—Ay ay ay, ya empezó...

Los countries eran similares a los humanos en cuanto a necesidades: podían tener hambre o sed; podían tener sueño y podían pasar por una buena resaca después de las fiestas, pero también había ciertos días en que las ganas de satisfacer otra necesidad abundaba.
Y cuando una representación se excitaba... Bueno, ¿cómo decirlo? Se volvía como un tren sin conductor y debía usar toda su fuerza de voluntad para no echársele encima al primero que se dejara.
Hasta para desfogar la calentura había reglas de etiqueta entre ellos.

A sus 211 años, México estaba tan preparado como los demás para cuando venía ese momento y haría lo que otros countries solteros: disfrutar la fiesta pero también buscar, seducir y llegar a un acuerdo.
Sus bellos ojos cafés observaron el entorno mientras bebía con tranquilidad.

Hmm... ¿Alemania? Suena bien...
Ah, pero que ya regresó con Suiza. No me voy a esperar a que vuelvan a terminar, qué flojera.

Comenzó a moverse, integrándose a las conversaciones y sacando risas con sus chistes, todo mientras sondeaba en busca del potencial candidato. Para su desgracia, muchos no mostraban señales de interés o simplemente no estaban disponibles por lo que decidió ir al patio trasero, donde pareció tener un poco más de suerte... o casi.
En ese momento platicaba con Japón, quien reía dulcemente ante uno de sus comentarios ocurrentes.
—México-kun~ siempre tan alegre. No entiendo por qué estás tan solo en esta fiesta.
—Nah, sólo estoy moviéndome entre grupos. Ya sabes, pa' reforzar las buenas relaciones.
—本当に?Eso es bueno... Y hablando de...—el tierno country se acercó un poco más, parpadeando lentamente—. Me gustaría seguir reforzando la buena relación bilateral que tenemos~
El tricolor alzó una ceja, mientras daba un trago a su bebida.
—¿Ah sí?
—Mm. Aunque... preferiría la tranquilidad de mi casa—musitó el asiático, encogiéndose de hombros con elegancia—. ¿Qué dices? Una botella de sake, tu bonita música, tú y yo ¿hm?~

Japón le guiñó el ojo, dándose un aspecto dulce y seductor.
—¡Qué chingón wey! Oye suena genial tu idea, nomás que... ya voy a estar ocupado. Al rato me voy a ir a su casa, como quedamos.
—Puedo esperar, soy muy paciente~
—Nooombre es que va para largo. Ya sabes cómo son... estas cosas.
El japonés suspiró, resignado, antes de devolverle una sonrisa.
—わかりました... No te preocupes, México-kun. En otra ocasión será.
—¡Claro!, nos ponemos de acuerdo.

Tras hacerle un ademán amistoso, el tricolor se escabulló del coqueto país asiático. No era que Japón le desagradara, de hecho le caía bien y era un gran anfitrión con el que le gustaba pasar el tiempo.
El problema eran sus fetiches, ocultos tras esa dulce carita.
—La última vez se puso muy raro y acabé colgado como pinche candelabro—musitó el mexicano para sí, antes de inclinar la cabeza hacia atrás, esbozando una sonrisa nerviosa—. ¡Ay Virgencita!, esa noche sí me arrepentí de mis pecados...

Oneshots MexperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora