Egoísta V

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Las llantas del auto chirriaron al dar un giro brusco para meterse en la cochera, en un cálculo frío que dejó la distancia suficiente entre vehículo y vehículo.
Acomodándose sus lentes oscuros, México salió del auto y fue a abrir la cajuela cuando "Hércules", el pequeño perro de la vecina, corrió a su encuentro ladrándole con ferocidad. Era habitual que hiciera eso y por lo general no le daba importancia pero de días atrás le dolía la cabeza, ahora punzándole con insistencia.
Hércules siguió dando brinquitos con cada fiero ladrido que ahora se escuchaba como un martilleo agudo. México giró el cuello hacia el can y profirió un gruñido amenazante, mostrándole sus colmillos, a lo que el perro huyó asustado.
—Valiente héroe griego.

Se las arregló para cargar las cosas y abrir la puerta, maldiciendo entre movimientos; dejó una parte de las compras en la entrada y se dirigió con la otra a la cocina.
—¡Ya llegué! —anunció, quitándose los lentes y empezando a sacar las cosas, aunque nadie respondió—. ¡Perú! ....Mmta.

Guardó los alimentos en el refrigerador y a su regreso vio una nota sobre la mesa del comedor.

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Tengo revisión con OMS
Te veo más tarde

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México arqueó una ceja. ¿No era más fácil enviar un mensaje?
Paseó sus dedos sobre la tinta con aire distraído.
Perú tenía una letra muy bonita...

Sacudió la cabeza, extrañado por ese pensamiento, y fue a guardar el resto de la despensa. Bufó, abanicándose con el cuello de su playera; hacía muchísimo calor afuera y en casa estaba peor.
Sin querer, golpeó una lata que rodó hasta caer al piso y como reacción soltó un creativo hilo de palabrotas.

Se detuvo mientras recogía el objeto. ¿En serio se enojaba por eso? No, espera... antes de salir ya estaba irritable. Desde el día anterior de hecho.
Guardó la lata, aunque analizando los recuerdos recientes. Revisó la temperatura en su celular, descubriendo que en realidad no hacía tanto calor; luego estaba el dolor de cabeza...
Hizo cuentas con los dedos, yendo de mes en mes y cuando vio que el sexto coincidía con el mes en curso maldijo, contando de nuevo y llegando al mismo resultado. Hizo una mueca, cerrando los ojos casi con pesar.
Ay no... No, no, no, ¿¿por qué ahora??


Se paseaba por la sala, ansioso.
¿Qué debía hacer? No podía llamar a Colombia ni Argentina ni a ningún otro omega disponible. Irónicamente, para un alfa en celo sí era inapropiado y peligroso además.
Una vez se desfogó con diferentes humanos hasta la madrugada —aunque reprimiéndose con pastillas—. Sin embargo, lo usual era pasarlo solo y podría hacerlo, incluso con Perú ahí.
Se detuvo en medio de la estancia, consciente del silencio que imperaba en su casa y apretó los puños.

Siendo honesto consigo mismo, no sentía ánimo de perderse entre caricias de desconocidos; tampoco quería usar supresores, en el pasado eso lo agravó. Lo peor de todo era que con cada minuto que pasaba, los recuerdos y la culpa se sentían más presentes, acechándolo como siempre sucedía en esa faceta.
En un arrebato, fue a buscar una caja pequeña y de ésta extrajo un panqué esponjoso que devoró a grandes bocados; se supone que debía ser poco a poco para que la "experiencia" fuera placentera, pero no tenía tiempo para eso. Lo único que quería era adormecerse por completo.

Y eso hizo. No supo en qué momento cayó sobre el sillón, extendiendo los brazos y piernas conforme veía que el entorno se difuminaba; dejó escapar una risita, girándose sobre un costado.
Su aturdido olfato todavía alcanzó a detectar una esencia fresca, amaderada, e instintivamente hundió su rostro en el cojín. ¿Desde cuándo su aroma era tan bueno? México liberó otra risita, aunque ésta fue transformándose en un quejido conforme sintió la vieja herida abrirse; se aferró al cojín, cerrando los ojos.
—Perú... No te tardes...

Oneshots MexperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora