Oneshots Mexper

Egoísta II

Su pierna se movía a un ritmo impaciente; el tic-tac del reloj en la pared lo estaba volviendo loco así que decidió levantarse de su asiento y echar un vistazo por la ventana.
En el patio del recinto se veía a algunos countries haciendo distintas actividades. Uno de ellos, Sudán, avanzaba con dificultad sobre el pasto, parecía un bebé que recién aprendía a caminar; al menos ahora ya podía moverse después de las lesiones ocasionadas por su conflicto armado.
—¿Señor México?

Se volvió y descubrió a OMS parado junto a una puerta abierta.
—Siento la tardanza. Madame te recibirá ahora —aguardó a que el tricolor se acercara y justo cuando se adentraba en la oficina le miró de reojo—. ¿México?
—¿Sí?
—Sabes que estoy aquí para lo que necesites.

Sin esperar respuesta, sonrió y cerró la puerta tras de sí con tranquilidad. Sintió un hormigueo familiar, alebrestado por esas palabras, pero decidió ignorarlo porque ya de por sí estaba muy confundido; ¿qué estaba pasando? ¿Acaso lo iban a internar por algo?

Ay demonios. Sabía que era mala idea jugar "luchitas" con Canadá estando borrachos, ¡aunque nadie salió herido! Bueno, el wey se rompió el brazo, ¡pero no por las luchitas! Sí se cayó, lo juraba por la Virgencita.

—¡Ah, México! Pase, pase. Tome asiento por favor.
La suave pero autoritaria voz de Madame ONU empeoró su hilo de pensamientos. ¿Se sentirían así los adolescentes que eran citados a Dirección junto con los padres?

El tricolor se sentó, sus dedos nerviosos tamborileando sobre el reposabrazos.
—Lamento citarlo en las instalaciones de OMS, últimamente invierto mi tiempo aquí —explicó la representación mientras acomodaba unos expedientes sobre el escritorio—. Era más sencillo vernos en este lugar, así que no lo malinterprete.
—Genial, ya no buscaré al tirador del dardo tranquilizante —bromeó México, sintiendo alivio al percibir la suave sonrisa de ONU, quien finalmente se sentó frente a él; sus finas facciones adquirieron la seriedad que le caracterizaba.
—Señor México. He estado revisando su expediente e informes presentados, los cuales, debo decir, son detallados y muy completos; me complace que sea así.

Conforme Madame hablaba, la confusión de México pasó a ser curiosidad: hacía meses que metió una petición sobre acuerdos para el desarrollo sostenible con países europeos; también solicitó mediante la Organización un descanso de sus deberes, algo así como unas vacaciones, y aún no recibía respuestas de ninguna. ¿Sería que...?

—Sus evaluaciones psicológicas se ven bien —continuó la mujer, revisando unos gráficos—. Pero me preocupa esa situación. ¿Ha ido a sesiones con el señor OMS?
—.... A algunas, sí.
ONU le miró por encima de sus gafas de media luna.
—¿Piensa seguir asistiendo?
—Uh... Sí, claro. En cuanto tenga más tiempo.

Madame le sostuvo la mirada unos segundos, aunque ya no comentó más y volvió su atención al expediente; México liberó el aire retenido discretamente. El suspenso lo estaba matando, ¿a dónde quería llegar?
—A grandes rasgos ha mantenido una posición estable en los últimos años, eso es muy bueno. En general, su perfil es más que adecuado —declaró ONU y México se inclinó sobre su silla.
—¿Sí?
—Por lo que OMS y yo hemos decidido...
Los ojos café brillaron con interés.
—¿Ajá?
—Dejar a un alfa bajo su cuidado.
—.... ¿Qué?

La expresión del mexicano fue de gran desconcierto, mas en la de ONU se formó una sonrisa satisfecha.
—Supe del conflicto de hace unos días. Por supuesto que el alfa y el omega fueron sancionados, pero OMS y yo consideramos que implementar otras medidas les ayudaría mucho, siendo que los involucrados tienen antecedentes bélicos entre ellos.
—... Espéreme tantito, me perdí. ¿Yo qué tengo que ver?
—Usted intervino proactivamente y de forma pacífica según algunos testigos, evitando un problema mayor. Además, muchos tienen la percepción de que es alguien confiable. Es justo lo que buscamos: que su presencia y comportamiento influyan en el de este alfa; la convivencia diaria es el medio para ello.