Un común acuerdo II

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Abrió la puerta de su casa, encendiendo la luz del recibidor; dejó las llaves de la misma y del auto en el colgador como acostumbraba, y se quitó la chaqueta de cuero, dejando al descubierto la camisa pegada que remarcaba su espalda ancha. Se volvió hacia su "invitado", quien cerraba la puerta tras de sí.
—Ya has estado aquí antes, pero por si acaso—enunció, señalando cada área conforme la mencionaba—: sala, comedor, cocina, baño y... habitación—finalizó indicando las escaleras que llevaban al piso superior.

Perú asintió, quitándose el chullo para liberar su cabello rojizo y lo dejó sobre la mesita del recibidor. México por su parte lanzó su chaqueta al sofá más cercano.
Se miraron en silencio, sus ojos despidiendo un particular brillo mientras acortaban la distancia entre ambos.
—No es una relación.
—Correcto.
—Sólo estamos arrechos.
—Nos desfogamos y luego seguimos siendo compas.
—Bien.
—Bien.

Para entonces los dos estaban frente a frente y fue cuestión de segundos para que cerraran el espacio restante con un brusco beso.
El más bajo le rodeó la espalda con los brazos y el otro le abrazó por la cintura; mientras sus lenguas salían a explorar la boca contraria, sus manos comenzaron a deslizarse por encima y debajo de la ropa con desesperación. Pronto iniciaron el trayecto hacia la habitación, con tropezones de por medio; Perú en particular había abandonado su fachada tranquila y encantadora puesto que no podía despegarse de México, incluso llegó a azotarlo contra la pared en las escaleras mientras le inmovilizaba las muñecas en medio de otro fogoso beso.
—W-wey espe... mhn... Me vas a tirar pende—¡mngh!
—Calla mierda mnh... ¡Sólo apúrate huevón...!
—¡Pues déjame subir carajo...!

A pesar de las discusiones en el camino, ninguno estaba realmente molesto: hasta disfrutaban del descontrol que el otro proyectaba.
Cuando finalmente llegaron a la habitación, México tuvo que patear la puerta para abrirse paso mientras sostenía por los muslos al bicolor, cuya camisa abierta se había deslizado a un lado, revelando su blanco hombro de manera sensual. Los arrojó a la cama con brusquedad, pero ni siquiera el rebote en ésta impidió que continuaran acariciándose con deseo.

El pelirrojo giró con agilidad para luego sentarse a horcajadas sobre el otro; se inclinó hacia adelante hasta que sus labios se encontraron nuevamente en otro apasionado beso, aunque esta vez mordió el labio inferior del mexicano, quien liberó un grave gemido.
Perú se irguió, dejando que su cabello con mechones blancos cayera sobre sus hombros antes de lanzarle una mirada depredadora, todo mientras emulaba un ronroneo.
México esbozó una sonrisa ladeada.
—¿Cuál "miau"? Encuérate.
—Tú primero.

Dicho esto se enfrascaron en una furiosa competencia en la que ganaría quien desnudara al otro primero, llevándose insultos de por medio que se mezclaban con risitas maliciosas. Cuando terminaron con media camisa desgarrada y un bóxer roto supieron que se declaraba un empate, aunque eso pasó al olvido cuando México se apegó más al peruano, entrelazando sus piernas de manera que pudo tomar su miembro y unirlo con el propio en un firme vaivén de su mano.
Perú cerró un ojo, soltando un gemidito placentero conforme sentía su pene endurecerse bajo el agarre del tricolor; el calor que tenía estaba desbordado y lo único que atinó a hacer fue rodear la cintura del mexicano con las piernas, para ir por su cuello. México se sobresaltó al ser ese precisamente uno de sus puntos sensibles y tuvo que morderse el labio para ahogar su propio gemido, aunque eso sólo provocó que el bicolor se esmerara en ese punto, intercalando las mordidas con sensuales lamidas.

En la habitación se podían escuchar sus jadeos excitados y un suave chapoteo, producto del líquido pre-seminal de sus miembros. México en especial estaba teniendo dificultades para controlar su excitación, pues esos sonidos, la estimulación de su mano junto con la atención dedicada a su cuello le nublaban la visión; tras una particular y placentera mordida en su piel, gruñó por lo bajo y tomó al pelirrojo por las muñecas.

Oneshots MexperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora