32. Tortura

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¿Desnudarlo?

¿Diversión?

¿De qué estaba hablando ese hombre?

El cuerpo de Kim JongDae comenzó a temblar inconscientemente. No sabía lo que harían con él. Sintió como un par de manos lo levantaron, arrastrándolo hasta lo que parecía ser una pared. Se sentía helada. Las mismas manos comenzaron a rasgar su ropa y esta vez sintió el miedo calar hondo hasta sus huesos.

Su torso quedó completamente desnudo, golpeado por la brisa fría que helaba aquel lugar. Intentó cubrirse con sus manos desnudas, no era mucho, pero al menos así sentiría menos frío.

—Basta. Déjenme en paz. —intentó gritar, pedir ayuda a quien sea que pudiese escuchar, pero una fuerte bofetada le hizo virar el rostro. Su mejilla dolía, su boca ardía y de pronto el sabor ocre de la sangre pasó por su garganta.

Aquellas asquerosas manos continuaron desnudándolos con rapidez, sin importarle si al cortar su ropa, con lo que parecía ser un cuchillo, lograban hacerle uno que otro corte en su blanca y delicada piel. Sintió la sangre brotar de sus heridas. Se sentía impotente y las lágrimas se agolparon en la comisura de sus ojos. Eran lágrimas cargadas de rabia por no poder hacer nada para defenderse. Algo le decía que, si lo intentaba, sería peor.

Una vez que estuvo completamente desnudo, el temblor de su cuerpo aumentó. Ya no era solamente el miedo, sino también el inmenso frío que recorría aquel lugar. ¿Qué tenían pensado hacer con él? Ya no sentía las manos manoseando su cuerpo, así que llevó sus manos a sus genitales desnudos para taparse. JongDae siempre se consideró una persona con pudor.

Un chorro helado de agua impactando con su desnudo cuerpo le hizo soltar un grito de dolor. El antifaz de su cuerpo se fue con la presión del agua y entonces el abogado abrió los ojos intentando ver a su alrededor. Tuvo que cerrarlos de pronto porque la presión no lo dejaba ver nada. Sentía que se asfixiaba, le faltaba el aire porque el agua impedía que ese imprescindible componente natural llamado oxigeno llegara a sus pulmones. Boqueó como un pez, intentando respirar.

—Es suficiente. —esa era la voz del hombre al mando. Solo necesitó escuchar su orden para que todo a su alrededor se aclarara cuando el agua dejó de impactar contra su cuerpo recostado a aquella pared de concreto—. Tráiganlo aquí.

JongDae miró a su alrededor. Era una inmensa habitación cuadrada, toda de concreto. Había cinco hombres allí, cuatro de los cuales aún llevaban su rostro cubierto, así que no podía ver sus caras, mientras que el quinto no llevaba nada. No le interesaba si veían su rostro, o no. Caminaba de un lugar a otro con sus vestimentas oscuras mientras movía algunos objetos en una mesa. ¿Eran objetos de tortura?

Los cuatros hombres encapuchados lo tomaron del piso y lo llevaron a rastra hasta una silla. Supuso que era donde lo habían tenido sentado unos minutos atrás. Ataron sus manos y pies al mueble y se alejaron.

Finalmente el hombre de la vestimenta obscura se dio la vuelta y Kim JongDae pudo ver su rostro. El rostro del hombre que estaba a punto de comenzar a torturarlo. Era de tez ligeramente blanca, con cachetes abultados y labios un poco gruesos. Su pelo castaño estaba ligeramente largo ya que el hombre lo tenía atado a una coleta y era alto. Inmensamente alto como para solo de verlo sentirse intimidado.

—¿Qué quieres de mí? —se sintió feliz cuando no tartamudeó. Debía demostrarse a sí mismo que era capaz de sentir un poco de valor. El hombre rio mostrando sus blancos y parejos dientes.

—Me gusta. Un rebelde. —el hombre acercó su rostro al de JongDae; lo tomó fuertemente entre sus dedos sabiendo que podía estar haciendo daño, lo giró varias veces a los lados como si estuviese examinándolo y luego lo soltó —. De ti no quiero nada. Tú sólo eres un mal para un bien común. ¿Cómo decirlo? —se llevó un dedo a la sien como si estuviera esforzándose para pensar—. Un daño colateral. Sí, eso mismo.

Infiltra2 [KaiSoo] [HunHan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora