3. La misión.

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Media hora encima del auto de JunMyeon y habían llegado hasta el Tteok Cafe Jilsiru donde se encontrarían con Oh SeHun, el ex policía que sería la última adición al equipo. El lugar no era lujoso, pero la excelente decoración y el servicio prestado lo convertía en uno de los cafés más solicitado en esa parte de la ciudad.

Un chico rubio que bebía de una humeante taza de café con chocolate les hizo una señal con la mano cuando los vio entrar. KyungSoo lo reconoció inmediatamente a pesar de haber visto aquel chico una sola vez en su vida y de manera fugaz cuando visitó a su madre en su residencia de Incheon.

Seguido de sus amigos se dirigió con porte seguro hasta la mesa donde se encontraba el rubio guapo. Al llegar SeHun se levantó de su cómodo asiento para hacer una pequeña venia a los tres hombres y con un gesto de su mano invitarlos a sentar.

El silencio los envolvió hasta que el más atrevido de los cuatro decidió romper con la incomodidad.

—Bien...Yo soy MinSeok, Kim MinSeok y fui quien te contactó.
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—Ahhggg…

Gemía aquel hombre de espalda ancha mientras en el silencio de su celda el tatuador se comía su polla hasta la empuñadura. Aquel hombre hacía un trabajo de muerte, aparentemente debido a la práctica incesante de años enteros en esa prisión. El hombre llevó sus fuertes y venosas manos hasta el pelo del arrodillado para marcar un ritmo cadente con sus caderas.

—Ahhhggg, sigue así putita.

Los gemidos de ese hombre seguidos del obsceno sonido que hacía el otro con su boca mientras se tragaba su polla hasta atrás era lo único que se escuchaba en todo el lugar ya que la mayoría de los prisioneros se encontraban en el patio tomando el sol y el resto quizá estaban haciendo lo mismo para quitarse la calentura del cuerpo ya que al ser una prisión de hombres era muy, muy evidente la carencia de mujeres.

El tatuador llevó sus manos a las duras y redondas nalgas morenas del hombre que le estaba follando la boca con majestuosidad. La saliva se le escapaba por la comisura de sus labios, pero no le importaba. Este era el miembro más grande que había visto en sus años de marica y siempre que le pagaran sus tatuajes de esta manera él no tenía intención de oponerse.

Apretó un poco aquellas deliciosas nalgas ganándose que el inmenso y duro miembro se hincara hasta su glotis dejándolo sin una gota de aire para respirar. Intentó salirse de su agarre, pero al parecer las fuertes manos que sostenían su cabeza eran más fuertes que él.

—¿Me quieres ahogar mientras te como la polla? —logró decir con dificultad mientras el aire llegaba a sus pulmones una vez que fue liberado del agarre de aquel macho dominante.

—Habíamos quedado que nada de tocar, maldito marica. —le respondió el alto mientras hincaba sus dedos en el rostro del sumiso provocando un sonido involuntario de dolor—. Vamos, continúa con tu trabajo.

Eso hubiera hecho si no hubieran sido interrumpidos por el conocido toque de la fusta de uno de los guardas de la prisión. Esta era una manera que cada prisionero sabía: cuando estaban ocupados en sus celdas haciendo sus ''cosas'', si escuchaban ese sonido era debido a que algún guarda estaba en el exterior de la celda necesitaba ver a alguno de los prisioneros.

—Aguarda aquí. —dijo subiéndose el pantalón para salir al exterior de la celda. Efectivamente un guardia estaba ahí, recostado a la pared y de brazos cruzados mientras esperaba por que terminaran lo suyo.

—Tienes visita Kai.

Kim JongIn era dirigido por uno de los guardas hasta una de las salas de visita. Desde que le había dicho a Kim MingSoo que no debía venir más, esta se había encargado de buscarse un molesto asistente que venía cada vez que había algún progreso en la investigación.

Infiltra2 [KaiSoo] [HunHan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora