Capítulo 15

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Decidimos, luego de todo el alboroto, ir al cine.

Accedí, a su vez, de ponerme el vestido negro que me había comprado Austin, pero me decidí por usarlo con pantys negras debajo. Se notaba algo la herida, pero se podía disimular.

Salimos de la casa y tomamos una transantiago hacia Plaza Egaña.

¡Los transportes de Santiago son estresantes! 

Cuando ya llegamos a Plaza Egaña, caminamos unos cuantos metros hasta el cine. Era de noche, pero hacía un calor insoportable.

Yo andaba con una chaqueta de cuero negra, con el vestido corto negro que me había obsequiado Austin, con pantys negras transparentes y con Converse negras.

-¿Y tu Bugatti?

-¿No te gusta caminar?

-Sí, pero cada segundo que pasa siento que me van a violar.

Era la noche y nosotros. La noche, unos cuantos faroles y nosotros. La calle estaba desierta por donde se le mirara. A pesar del calor, me daban escalofríos de sólo mirar las esquinas de las calles.

-El único que podría violarte aquí, soy yo, Mile – respondió.

No era una respuesta que me tranquilizara.

Finalmente llegamos al cine y compramos nuestras entradas y nuestras palomitas de maíz.

Nos dirigimos de inmediato a la sala, de hecho, estábamos algo atrasados.

-¿Qué película veremos?

-El conjuro.

-¿Es de terror?

Austin señaló hacia el cartel y aparecía en una espeluznante habitación una niña sentada de espaldas con una muñeca bastante fea en sus brazos.

-No, es infantil.

-¿Es sarcasmo, verdad?

-Milena Holman – se cruzó de brazos – ¿Me vas a decir que te dan miedo las películas de terror?

-¿Y si te digo que sí qué? – dije desviando la mirada.

-Mejor.

-¿Por qué mejor?

-Tengo excusas para abrazarte.

Rodeé los ojos y lo llevé a entrar a la sala.

¿Qué? ¿Había escogido 3D?

El joven nos entregó nuestros anteojos y Austin me llevaba a los asientos de la primera fila y yo corrí a la penúltima hilera de butacas.

-Eres una nena – dijo burlándose de mí.

-¿Algún problema con eso?

Nos sentamos y a continuación empezaron a dar los tráileres que suelen dar al principio.

Luego empezó la película.

-¿Austin? – digo susurrando.

-¿Dime?

-¿Por qué se agranda la pantalla?

-¿Nunca has venido al cine?

-El Viña del Mar no hay muchos cines que digamos.

-¿Es una broma?

No, no era una broma. Sí, había varios cines allá en mi ciudad natal, pero a mí no me gustaba, es decir, nunca me había llamado la atención.

Austin me apretó fuertemente la mano y apoyé mi cabeza en su hombro.

-¿Es necesario que le suban tanto el volumen?

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