Capítulo 30

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TRES MESES DESPUÉS DEL ACCIDENTE

Narra Milena:

-          Te amo – escuché que salía desde su voz, desde su perfecta voz.

Lo tenía a mi lado, sosteniéndome la mano, al igual que todos los días.

Sentía el escalofrío que me producía su mandíbula al punto de rozar con mi piel, lo sentía, y me enfurecía conmigo misma por no tener la capacidad de decirle tantas cosas que le quería decir.

Soy una tonta. Mientras él esté en mi vida, no hay razón para morir.

No la hay. Él es mi vida. Él lo es todo para mí. Él sonríe, yo sonrío. Él llora, yo lloro.

¿Si estoy enamorada? Pues completamente. No quiero escapar de sus redes, y tampoco quiero hacerlo, y no es que no pueda moverme por el hecho que estoy inconciente en una cama. Aunque tuviera toda la libertad del mundo, las mejores alas para volar por todo el planeta, o una máquina para ir a donde yo quisiese, no lo haría. Seguiría bajo sus redes. Lo amaba mucho como para hacerlo.

¿He intentado luchar? Completamente. No quiero dejar de intentar respirar. No quiero dejar de luchar por mi vida. Sé exactamente lo que quiero, cuando antes no sabía nada. Quiero vivir el resto de mi vida con este hombre. Quiero reír a su lado. Quiero apoyarlo y ayudarlo. Quiero despertar cada mañana abrazada a su cintura. Quiero merecerle a él y a nadie más.

No quiero irme. No quiero hacerlo.

Tengo los ojos cerrados, pero no quiero cerrarlos completamente. Quiero volver a mover un músculo, quiero volver a ver la luz del día, y no sólo sentirla a través de la persiana. Quiero llorar, quiero refugiarme en su pecho, pero también quiero reír y saltar, y gritar que estoy viva.

Quiero correr todos los kilómetros que nunca corrí. Quiero bailar todas las canciones que nunca bailé. Quiero llorar todo lo que me queda por llorar, quiero vivir el resto de mi vida como algo incierto. Y todo eso quiero hacerlo junto a Austin. Lo haré.

Quizás no lo haga hoy, ni mañana. Quizás esté aquí postrada, filosofando acerca de la vida, por un año más, pero sé que algún día volveré a abrir mis ojos, y ver la luz del sol.

Quise matarme, pero no morí realmente. No estoy muerta. Hay una segunda oportunidad, ¿no?

Sí, sí. Sé que sí. Sé que el día de mañana despertaré y, aparte de escuchar la dulce melodía de Austin pegada a mi oreja, también veré su mandíbula articulando tales poesías. Además de sentir el tenue aroma a guindas, las podré tomar y comerlas.

Podré ver a mi papá, a April, a Alonso, a todos. A todos los que me han venido a ver cuando no hago más que estar conectada a una máquina.

Quizás para alguien sí soy imprescindible, quizás sí soy importante... Quizá sí tiene sentido vivir.

SuicidiumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora