Acto seguido me fui.
Llegué hacia donde estaba Austin. Él estaba sentado en una banca esperándome. Cuando me vio corrió hacia mí.
-¿Cómo te fue?
-Era lo que se podía esperar – resoplé.
-¿Tan mal?
-Ella no es la que solía ser, Austin. No debí haber venido.
Hubiera preferido quedarme con la imagen que ya tenía de ella. En las navidades, ella tomándome de la mano, abrazándome, dándome de comer…
No esto.
Ya lo sabía, lo intuía, pero no quería verlo con mis propios ojos.
-Volvamos a casa – tomó mi mano.
-Yo te sigo – le respondí.
Al subirme a los microbuses con Austin me di cuenta que uno tiene que pagar con una tarjeta bic… ¿bip? Algo así. Con razón todos los chóferes me quedaban mirando mal.
-Listo – dijo Austin cuando ya habíamos llegado a la casa.
-Listo – repetí y resoplé sentándome de golpe en el caluroso pero cómodo sillón de cuero color crema.
-¿Cómo te sientes? – me preguntó Austin sentándose a mi lado.
-¿Quieres que te lo describa? – lo miré de reojo – no creo que haya alguna palabra en el vocabulario que describa como me siento, Austin.
-Te entiendo…
-No, no lo haces. Tengo tantas emociones juntas dentro. Me siento, para empezar, tonta, estúpida, engañada, ingenua, ¿sabes por qué? Por creer que mi mamá seguiría siendo la heroína que solía ser unos años atrás.
Miré a Austin, quién se quedó unos segundos en silencio mirando su regazo. Luego habló.
-Cuando papá se fue, me sentía terriblemente destrozado, ¿sabes? Y fui malditamente infeliz. Pero luego me di cuenta que la casa sin él en él era mucho más tranquila, quizás… feliz. Cuando estaban mis padres juntos, mi papá le pegaba a mi mamá y ella sufrió mucho. Las cosas pasan por algo, amor.
-Lo sé, pero no lo entiendo, mis padres no peleaban. No tengo idea por qué se separaron.
-Todo pasa por algo. Quizás no le veas sentido ahora, pero en un momento, lo harás – tomó mi mano – Si tus padres no se hubieran separado, tu papá no hubiera conocido a mi mamá. ¿Entiendes? Y yo no te hubiera conocido a ti.
-Ni yo a ti.
-Exacto.
-¿Te digo algo? Increíblemente, aunque a veces tenga unas ganas inmensas de pegarte y gritarte, eres el único que realmente puede darme paz.
Él sonrió y me apoyé en su torso, en ese lugar que tanto me gustaba, en ese lugar que me relajaba de una manera impresionante. Nos quedamos dormidos, así, hasta que el reloj dio las doce.
-¿Qué quieres hacer? – dijo despertándose.
-Ir a dormir – respondí somnolienta.
-No, me refiero a qué quieres hacer mañana.
-Volver a Chiloé.
-¿Segura?
-Completamente segura.
Al otro día desperté y me di cuenta que estaba abrazando una almohada. Estaba sola en la cama.
Miré hacia mí alrededor y no estaba Austin en ningún lado.
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Suicidium
Dla nastolatków¡HISTORIA REGISTRADA! Estoy algo trastornada, quizás te perturbe. ¿Quieres emprender este viaje dentro de mi mente y arriesgarte? Sentada, en el frío suelo con mis rodillas al pecho. Allí, el cuchillo en frente de mí. Lo entierro, un escalofrío al v...