Capítulo 25

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Nos subimos al jet y yo iba rogando que no le pasara nada malo a mi Milena, ¿Acaso no lo dije? Me mataría si algo le pasara.

Cuando ya habíamos llegado a Chiloé, llevé a Milena a la mejor clínica de todas.

Como lo supuse, se la llevaron de inmediato en una camilla.

Me desesperé. Estaban todos los doctores gritando y corriendo para todos lados.

Me dijeron que esperara, que me avisarían cualquier cosa.

Tres horas después, aún no sabía nada de ella. Estaba desesperado, me tiritaba el ojo y me palpitaban las sienes.

Me paré y le pregunté a la doctora que me atendió en un principio si es que tenía información acerca de Milena.

-Señor, yo no tengo autorización para proporcionarle ninguna información sobre los pacientes.

-Por favor — dije cansado, ya sin fuerzas — por favor, necesito saber — supliqué.

-Señor, disculpe, pero entienda que...

-¡Maldita sea! Necesito saber si está bien — dije ya en las lágrimas — si es que está viva.

Me alejé del mostrador y subí al pabellón donde se encontraba, supuestamente, Milena.

Entré corriendo pero un guardia me empujo para evitar que siguiera avanzando.

-¿A dónde cree que va?

-Necesito saber si Milena Holman está viva — supliqué llorando.

-Señor, cálmese. Yo soy su doctor — dijo amablemente estrechando su mano con la mía — me llamo Christian y justo iba a ir a hablar con usted, señor Holt.

-Al fin.

-Bajemos a la recepción.

Bajé tras el doctor Christian que me dirigía a la planta donde yo acababa de producir un alboroto. Dios, estaba temblando

Cuando estuvimos en la recepción me pidió que me sentara.

-¿Está ella viva?

-Mire, joven. Estamos haciendo análisis de sangre y hemos estado revisando su historia de vida. ¿Qué es usted de ella?

-Su novio.

-¿Y sus padres?

-Su padre... no sé dónde está realmente.

-¿Pero él sabe que su hija se encuentra aquí?

-La verdad no — dije algo avergonzado.

-¿Por qué no le ha dicho?

-Porque él nunca se preocupa por su hija. Pero no se preocupe, lo iré a buscar de inmediato.

-¿No tiene su número?

-La verdad no.

-Está bien. Mire, su novia se encuentra, sinceramente, en un estado crítico — mi corazón se rompió.

-¿Pero sigue viva?

-Sí, sigue respirando, pero no responde.

-¿Qué? — pregunté confundido.

-La señorita Holman se encuentra en coma.

-¿Qué? — estaba al borde del llanto, otra vez.

-Sí, y creemos que — el doctor suspiró — seré bastante sincero con usted, señor Holt, no creo que Milena resista a esto.

Cerré mis ojos. Yo seguía respirando, pero por dentro ya había muerto. Mi corazón, según yo, ya había dejado de latir.

-¿Tal mal está? — pregunté, sin ningún aliento.

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