Capítulo 33

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Narra Austin

 

Llegué a la clínica y subí a la habitación en donde se encontraba Milena, al igual que siempre.

Pero esta vez no fue igual que siempre.

Entré y sonaba en la maquinita un pitito que hacía "piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii"-

¡¿Qué?! ¡No! No, no, no podía irse aún. No, no podía irse y punto.

Llamé a la doctora, grité mientras acariciaba la mejilla de Milena y le decía que todo iba a estar bien.

La besé, por si acaso, tomé su mano y no la solté hasta que ya hubo llegado la enfermera y me pidió que me retirara. Llegaron de la nada mucho doctores hablando y gritando en un idioma técnico que claramente no entendía.

Había mucho alboroto. No quería irme pero me obligaron.

Dios, no podía estar pasando esto.

-La estamos perdiendo – dijo uno de estos.

No...

Corrí por el pabellón hasta el balcón, no podía seguir escuchando eso, ni seguir viendo tal escena.

Miré hacia la calle, el tráfico, bonita manera de matarse, ¿no?

Bajé las  escaleras, hasta la sala de estar en donde estaba April, que de vez en cuando solía acompañarme.

Corrí sin pensarlo, salí de la puerta y April gritó mi nombre. Quizás adivinó lo que yo quería hacer y antes de tirarme contra los autos y la multitud, tomó mi brazo y me empujó hacia la acera.

-¿Estás demente? – me gritó - ¿qué mierda te pasa?

-Milena se está muriendo – dije en sollozos.

-¿Qué?

-¡Que Milena se está muriendo! – le grité.

-No puede ser...

Esta vez me impulsé más fuerte hacia la calle y April me atajó por la polera, esta vez cqaí en la acera y me pegué fuertemente en la cabeza. Esta vez más personas se quedaron mirándome.

-¿Querías que Milena fuera fuerte? – me preguntó.

-Ella era fuerte – dije en un susurro.

-¿Entonces por qué se suicidó?

-Fue un momento de miedo, una locura que ella hizo. Todos sentimos miedo – dije llorando.

-Ya, ¿Y entonces por qué quieres cometer el mismo error que cometió ella?

-Quiero estar con ella – balbuceé.

-¿Querías que ella fuese fuerte?

-Lo es, maldita sea.

-Entonces sigue creyendo en ella Austin. Ella es fuerte, ella no va a morir aún. Un pip no significa nada – me abrazó – no va a morir.

-Ella no, pero yo sí.

-¿Quieres que cuando ella despierte y pregunte por ti yo le diga que te has ido y que ya no volverás?

Tenía razón.

¿Y qué pasaba si volvía? ¿Qué pasaba si ella vivía y yo moría? ¿Ella se mataría también? No, ambos debíamos vivir.

Milena no te vayas, porque si te vas, te llevas contigo todas mis sonrisas, todos los recuerdos...

Intento mirarte en las noches, pero simplemente no estás. Siento tu presencia ardiendo en mi alma. Quisiera saber si es que estás bien, claramente no lo estás.

Quisiera poder sacarte de las tinieblas, recordarte siempre con esa carita viva y feliz que tan sólo yo he tenido el privilegio de ver.

No puedo cerrar los ojos sin que tu imagen se vaya a mi mente. Creo que la única solución a esto es la muerte...

Tenía muchos planes para ambos, pero el destino los quiso cambiar...

Ahora yo estoy aquí, llorando en medio de la calle por que está a punto de irse el amor de mi vida, y no a otro país o a otra ciudad, sino que irse para siempre.

SuicidiumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora