Capítulo 29

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Narra Austin:

Hoy era el cumpleaños de Milena. Yo me desperté con todas las energías para ir al colegio y luego dirigirme corriendo a la clínica para ver a Mile y entregarle la sorpresa que tenía.

-Señor Holt – me llama la atención la profesora – Concéntrese – me dice cuando nota que me hundo en mis propios pensamientos. Ya era algo casual en mí. Últimamente no podía salir de allí. Me gustaba imaginarme que Milena estaba viva y estaba conmigo.

-Déjelo, profesora – dijo en tono de burla un compañero – está pensando en su novia muerta.

Todos rieron. Yo me levanté de mi asiento y me dirigí al suyo para pegarlo un puñetazo en el rostro, pero la profesora me detuvo y me pidió que me calmara.

Volví a mi asiento y me senté. Miré al pupitre de mi compañero con una cara llena de odio. Él me esquivó la mirada y continuó riendo en tono bajo.

Al terminar la clase, la profesora me llamó a mí y a mi compañero para que nos quedásemos ahí.

-Marcelo – dijo mi profesora, refiriéndose a mi compañero – no quiero estar como las profesoras de primer grado que regañan a sus alumnos cuando insultan a otros. Pero en este caso debo hablarte, ya que no puedo permitir que toques ese tema tan delicado para Austin.

-Pero si era verdad lo que dije.

-Ella no está muerta – levanté un poco la voz, recalcando cada palabra.

-Chicos, por favor... - pide la profesora tocándose la sien.

-Tú la mataste – dice para sí, pero logro escucharlo. Me abalanzo sobre él y lo golpeo fuertemente en el ojo. Él me devuelve el golpe, dejándome un feo hematoma en la mandíbula. La profesora gritaba alterada, hasta que llegó el inspector que yacía fuera del salón de clases y nos alejó el uno del otro.

-¡Chicos, qué les pasa! – nos gritó.

-¡La próxima vez que digas algo similar con respecto a Milena, te mato! Te lo prometo – le exclamé en el rostro y me fui del salón-

El resto de la jornada escolar fue igual de desagradable. No podía sacarme esa horrible escena de la mente. Esas horribles palabras de mi cabeza. ¿Me afectaban por que era verdad, de algún modo? No, no podía ser así.

Ya en la tarde llegué a la clínica con globos con helio de muchos colores. A cada globo le puse un papelito amarrado a un cordelito para que flotara. Había cartitas y también fotos. Los puse por toda habitación de la clínica en donde ella estaba y luego saqué una foto.

-Felices dieciséis, mi princesita. Cuando salgas de aquí, lo cual será pronto, iremos a celebrar como se merece, te lo prometo – besé su frente.

Sé que ella pensó que sí. Sé que ella me dijo que sí. Lo sé.

Lo sabía, lo sabía dentro de mi corazón. Quizás ella me escuchaba, una pequeña probabilidad de la ciencia lo dice, pero en realidad no tengo ninguna certeza de eso. De lo que sí estoy seguro es que ella sí siente mi presencia, y quiero que se sienta segura, por eso estoy siempre a su lado. Eso, y que no puedo vivir lejos de ella.

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