-ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟡-

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—PALACIO AUTUMNAL.
CORTE DE OTOÑO 🍁

Es curioso como una persona puede hacerte sentir como un niño y a la vez hacerte sentir como adulto. La gente describe el amor como la fuerza que pone tu mundo de cabeza y arrasa con todo a su paso, Daichi lo sabía de memoria.

Cuando nació, el palacio se llenó de júbilo y alegría, pues era el único varón en su familia y cumplía con todos los requisitos de un príncipe; primogénito, varón y Alfa.

Su mundo se puso de cabeza en cuanto llevaron una concubina a su habitación; la dulce y hermosa Yui. La Beta fue su primer amor, fue la primera con la que compartió su lecho y fue la primera en darle un hijo cuando ambos tenían diecinueve, su mundo se tornó más alegre con la llegada de Sochi a su vida, siendo el ansiado príncipe que todos esperaban. Yui puso su mundo de cabeza y arrasó con todo a su paso mostrándole el significado del primer amor.

No imaginaba que su amor verdadero llegaría después. Shinsuke llegó sin siquiera buscarlo, estaba sucio y desaliñado cuando lo conoció, lo llevó hasta el palacio de su padre porque no quería incomodar a su Kadin y a su hijo, sin embargo se encontró visitándolo un mes después y al siguiente después de ese. Una vez en particular cuando aún no se conocían bien su celo llegó y el celo de un Alfa es más difícil de satisfacer. No supo por qué se adelantó, pero en su mente las feromonas de avena y miel reinaban hacían demasiado ruido y le decían la misma frase te necesito.

Cuando fue consciente de lo que hizo se sintió culpable, prácticamente había abusado del Omega en una de sus visitas, pero al verlo dormido en sus brazos, lleno de marcas en su piel provocados por él, le gustó.

—Perdón... de verdad no quise... —Por alguna razón el Omega le besó en los labios.

—No es tu culpa, quizás malinterprete las cosas. —Contestó.

— ¿Cómo no va a serlo? Te he obligado a estar conmigo, no es normal que a un Alfa se le adelante el celo. —Eso lo sabía el Omega, en realidad su celo había reaccionado a la presencia del Alfa y por lo visto también él había hecho lo mismo.

—Tranquilo, no te culpo. Quizás no debí aceptar los regalos qué me traías. —A Daichi se le caía la cara de vergüenza de sólo pensar que le traía tantos regalos—. Es que las telas estaban impregnadas con tu aroma... creí que... —Su garganta se negaba a abrirse, sus ojos por alguna razón se aguaron y las lágrimas se fueron acumulando—. Nada. No creí nada, suelo pensar en estupideces siempre. —Ahí supo que no quería volver a verlo llorar.

—No es una estupidez, Kita. Nada que te haga sentir mal es una estupidez.

Le tomó minutos volver a calmarlo y tranquilizarlo, sus ojos dejaron de llorar y sus mejillas estaban rojas.

Tiempo después fue su padre quién le aclaró sus dudas.

—Estás enamorado —dijo sonriente.

— ¿Cómo? No es posible, yo estoy con Yui y la amo mucho.

—El amor que sentiste que Yui no es nada comparado con lo que sientes por ese Omega, y está bien —vertió agua sobre un vaso de cristal—. El corazón suele equivocarse. Yui fue elegida por alguien más para ti y tú elegiste a Kita. ¿No sientes paz cuando estás con él? ¿No sientes como si de repente un río que se desbordaba ha encontrado su cauce? Eso es el amor.

»No son juegos de niños como todo el mundo dice, no. Es algo más allá de eso, y tú lo has encontrado con él. Lo único bueno de los dichosos Harem es que entre todas esas concubinas podría estar tu próxima esposa.

「𝓛𝓪 𝓒𝓸𝓻𝓽𝓮 𝓝𝓸𝓬𝓱𝓮」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora