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Yo... Choi Yeonjun. —Comenzó el mayor— Acepto a Choi Soobin como mi legítimo esposo. Elegí el camino más difícil, yo elegí quererte y todas las consecuencias que conllevaba. Elegí que fueses la persona que llenase mis días de si risas, elegí que me comieras a besos, elegí también tu voz al otro lado del teléfono.

Soobin sonrió y se aproximó al mayor, tomando sus manos y dejando que Yeonjun pusiera el anillo que recientemente habían comprado en una tienda del centro comercial.

Yo... Choi Soobin, acepto a Choi Yeonjun como mi legítimo esposo. Elegí que no quería otros abrazos, ni otras manos deambulando por mi pelo. Elegí nuestro mes del año y nuestro día de ese mes, elegí que tú fueras mi locura y mi cordura. Elegí las idas y venidas, las despedidas, elegí la impotencia y la incertidumbre.

Yeonjun abrazó a Soobin, en medio de la sala de su casa. Estaban sentados en la alfombra, por lo que no fue muy difícil que Soobin quedara recostado de espaldas en el suelo con Yeonjun encima.

— ¿Lo dije bien?

— Perfectamente, Binnie. ¿Debería tomar eso como un si?

— Por supuesto, bobo.

El anillo tenía grabadas las huellas pequeñas de un pingüino. No era tan costoso, pero eso no le importaba a Soobin en realidad, el significado era mucho más importante.

Creo que no sería capaz de decirlo en un altar, me daría vergüenza, Yeon.

— Lo sé, mi vida pequeña. Te amo tanto.

— Y yo a ti, Junnie.

— Prometo cuidarte siempre, y tomar todo con calma.

— ¿Despacito, como pasitos de pingüino?

— Exactamente, Soobinnie.

— Exactamente, Soobinnie

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𝙋𝙖𝙨𝙞𝙩𝙤𝙨 𝙙𝙚 𝙋𝙞𝙣𝙜𝙪̈𝙞𝙣𝙤 -𝙔𝙚𝙤𝙣𝙗𝙞𝙣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora