1.

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Soobin se encontraba sentado en su cama, tenía puesto un bonito sweater color amarillo porque hacía frío.

Estaba curioso porque había un chico con un extraño color de cabello merodeándo por la casa, y sus padres le habían dado una charla muy larga sobre que Yeonjun era un amigo.

Soobin jamás había tenido amigos, así que no sabía como hacer uno.

Recordaba que la única vez que había ido a la escuela, unos niños lo invitaron a jugar, pero Soobin no quería. Cuando tomaron su brazo, pudo sentir como su corazón latía tan fuerte que temió que este se saliera de su pecho.

Se sintió muy mal, y su estómago se revolvió como si hubiera subido a una montaña rusa.

Y eso no le gusto. Para nada. No, no y no.

Pasaba lo mismo cuando mami y papi lo abrazaban.

Soobin no quería contacto con nadie.

Le daba miedo. Mucho miedo.

Y por eso no quería salir de su cama y mucho menos de su habitación. Porque eso  significaba que tendría que hablar con Yeonjun.

El pequeño pelinegro prefería colorear sus dibujos.

Sip, eso sonaba perfecto.

Soobin acercó su silla pequeña a la mesita de su habitación y acomodó unas hojas y sus lápices de colores.

Dibujo un zorrito.

Yeonjun entró por la puerta dando pequeños saltitos.

— ¿Qué haces, Soobiiiinnn?

— Mamá dice que hago obras de arte, me gusta el color amarillo pero el azul me gusta más.

Estoy aburrido. —Dijo Yeonjun.

— Puedes irte.

— Okay...

Y Yeonjun abandonó otra vez la habitación con un mohín en sus labios.

Y Yeonjun abandonó otra vez la habitación con un mohín en sus labios

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𝙋𝙖𝙨𝙞𝙩𝙤𝙨 𝙙𝙚 𝙋𝙞𝙣𝙜𝙪̈𝙞𝙣𝙤 -𝙔𝙚𝙤𝙣𝙗𝙞𝙣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora