Se dice que todos los artistas tienen una maldición, o más bien, una condición extraña. Algo diferente pasa en sus cerebros, algo que los hace muy sensibles, algo que les crea un corazón de cristal.
Bokuto Koutarou es amante del dibujo y la pintura en todos sus espectros.
Y es por eso que en esos momentos aún se encuentra en el campus de la universidad, encerrado en el taller de pintura mientras un enorme lienzo en blanco se alza a sus espaldas.
—¡Esta será mi obra del año! Sin con ella no consigo que Akaashi sienta algo me dejaré de llamar Koutarou —Declaró con firme convicción el peligris.
—En ese caso será mejor que te vayas buscando otro nombre —Soltó con tono burlón su amigo—. Has intentado de todo y Akaashi no percibe las emociones que plasmas, ya deberías saber que el no es como nosotros Bo.
—Tu falta de fe me duele bro.
Se sujetó el pecho como si de verdad estuviera sufriendo, pero a falta de la atención del azabache dejó su dramatismo y con una renovada sonrisa se giró a mirar el lienzo. Ahí pensaba plasmar más que una emoción, quería que una sola imagen contara toda una historia.
La historia que si o si obtendría de su musa.
—Puede que el no sea como nosotros, pero incluso Kenma fue capaz de interpretar las emociones cuando te escuchó tocar, yo se que Akaashi lo logrará, el podrá ver a través de los colores... Sentirá la emoción como suya.
Kuroo suspiró con resignación. La esperanza del peligris parecía no conocer límites. Eso lo preocupaba. Sus ojos no pudieron fijarse en alguien menos... frío, había sido todo lo contrario, Bokuto estaba prendidísimo por Akaashi, el analítico, serio y nada sensible Akaashi.
El joven que lo había rescatado de ser expulsado por un bloqueo artístico terrible.
Pero claro, Akaashi no sabía eso. Su único conocimiento era que un tipo muy enérgico vivía como chicle, pegado a él.
Akaashi Keiji estudiaba en la misma universidad que Bokuto, después de haber demostrado que era digno de ocupar un lugar, pero sus carreras no podían ser más opuestas. Mientras que el joven artista estaba en la facultad de artes, Keiji estaba en la facultad de derecho. Eran todo lo contrario.
Koutarou brillaba como sus pinturas, siempre alegre y con una sonrisa capaz de encandilarte, imposible de quedarse callado por más de treinta minutos, y con el alma más noble que se hubiera visto.
Akaashi evitaba el mayor contando con su entorno, encerrado en la biblioteca con cientos de libros, siempre tan serio y poco expresivo. Siempre en tonos grises.
Bokuto quería ver, mínimo una vez, las emociones pintando ese fino rostro en una explosión multicolor mientras analizaba alguna de sus obras, o al menos verlo esbozar una pequeña sonrisa por el esfuerzo que ponía al enseñarle su mundo. Ese espacio reservado para los amantes del arte. El lugar donde podías expresar tu sentir sin miedo a ser juzgado.
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Inktober In Bokuaka 2021
أدب الهواةOne-shots inspirados en las temáticas del Inktober 2021. Porque la inspiración llega de cualquier fuente, y aveces una sola palabra puede ser el inicio de cientos de historias. * Los personajes no me pertenecen, créditos a su respectivo autor, Har...