Sus sentidos estaban perdidos, no podía identificar dónde estaba y su cuerpo no se sentía como parte de ella misma. Era como estar en medio de un bosque donde la neblina no le permitía mirar más allá de unos pocos de pasos delante de ella. Miro sus manos borrosas y había una sensación en su cuerpo que trató de identificar pero lo más cercano fue eso que se siente al estar borracho, esa inhabilidad de poder discernir entre lo que estaba pasando en tu mente y lo que de verdad estaba sucediendo.
Juliana trató de ver a su alrededor y su cerebro hizo una única cosa coherente que le quitó la sensación de embriaguez al instante.
Valentina.
Articuló con voz baja como cuando se dice una oración dentro de una iglesia tratando de hacer que las palabras viajen más allá del entendimiento humano, a un ser omnipresente y omnipotente. Pero así como los fieles, o en el lecho de sus enfermos y moribundos, ella tampoco obtuvo una respuesta.
- ¡Valentina! - dijo con un poco más de fuerza, mientras sentía la neblina disiparse frente a sus ojos, ¿estaba en un bosque? No recordaba nada antes de los últimos minutos que pasó en la bruma, o ¿habían sido horas? Se sentía tan confundida, pero de algo estaba segura y es que Valentina había estado con ella. Una sensación de vacío comenzó a crecer dentro de su pecho y una desesperación le embargó naciendo desde el fondo de su estómago.
Ansiedad.
La había comenzado a desarrollar desde una infancia temprana, incrementando considerablemente en la adolescencia, razón por la cual sus padres habían optado por que hiciera alguna actividad que le ayudara, y aprendió a tocar la guitarra para tratar de aliviar un poco lo que su pequeño cuerpo le costaba controlar. No fue hasta el tiempo en que Valentina se fue cuando recayó y, en ese punto, no hubo nada ni nadie que la sacara de ese abismo donde había tropezado una y mil veces finalmente, tras incontables golpes, lo estaba logrando parcialmente, pero ahora, envuelta en medio de la nada, la ansiedad aparecía como ese animal salvaje escondido detrás de las rocas mientras buscaba la oportunidad perfecta para atacar a su presa. Era ese lobo hambriento en medio de un frío invierno, esperando para asestar un golpe mortal.
Y Juliana lo sabía, trató de pensar de nuevo, de hacer memoria dónde estaba, que hacía en medio de la nada. La oscuridad era parcial, aun veía sombras entre los árboles, no había sentido, no tenía sentido, pero el vacío siguió creciendo en su interior. Apretó los ojos con fuerza mientras hacía ejercicios de respiración cada vez más fuertes.
Por favor, Val, por favor.
Repetía una como un mantra mal logrado, otra vez sin tener respuesta alguna a los ruegos de su corazón.
*****
Juliana se incorporó con fuerza en la cama. Tenía una playera larga cubriéndola que estaba empapada en sudor. Llevó su mano hasta su pecho, su corazón latía con muchísima fuerza y rapidez, mientras su respiración eran como bocanadas que da alguien que ha permanecido sin oxígeno demasiado tiempo sumergido bajo el agua.
Miró a su alrededor, desconcertada, era su departamento, su habitación en penumbras, pero algo estaba mal. Miró al lado de su cama que estaba completamente vacío y la imagen en automático le llenó los ojos de lágrimas. Tomó parte de las sábanas de ese sitio y las apretó con fuerza mientras su respiración tomaba más intensidad y las lágrimas comenzaban a salir de sus ojos, acompañadas de un sollozo de dolor que se quedó atorado en su garganta.
Estaba teniendo un ataque.
Trató de calmarse, tomar pequeños respiros de aire mientras su cuerpo se estremecía en ligeros temblores, pero aun así había perdido la capacidad de moverse.
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Everything's Not Lost
FanfictionTras años de huir a Valentina le ha llegado la hora de enfrentarse con sus demonios, en particular con uno de hermosos ojos color chocolate. Después de haberse ido sin aparente explicación, es su turno de congraciarse con todo aquello que la alejo d...