29. Cuando me controlo, él me controla.

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Narra Lisa

¡Bam!

Me levanté sobresaltada.

Desorientada y con mi visión desenfocada, miré hacia la ventana más cercana a mi ventana. Estaba amaneciendo.

Restregué mi cara, mis párpados estaban pegados por la extrema pesadez en mi cuerpo, pero el sueño se esfumó al ver una hoja caer frente a mí.

Jadeé y me alejé de ella, esta cayó sobre la cama. Lentamente miré hacia arriba.

— ¿Qué...? — el techo de paja había sido atravesada por una rama gigante — Oh Dioses — me levanté y con ellos las sábanas cayeron al suelo — No... — miré mi cuerpo completo.

Estaba sucia de tierra, con pedacitos de hojas metidos entres mis dedos. Me agaché para visualizar mis pies, incluso estaban lastimados.

Mis manos estaban de igual manera.

Me dirigí al baño y me metí a la ducha a lavar mis pies, me quejé porque sí, había un corte en el talón.

¿Qué carajos pasó?

Detuve mis movimientos de lavar mis pies al darme cuenta mis nudillos estaban golpeados, y en ellos... la carne debajo de mi piel, era negra.

Pegué un fuerte grito.

* * * *

— ¿Te encuentras mejor? — Marco me dio una pequeña sonrisa y me tendió un emparedado con jalea de mora.

— No tengo hambre. Muchas gracias, Marco — miré hacia mi vivienda.

— No has desayunado, Lisa. Solo es uno, para que no tengas es estómago vacío.

Miré el pan relleno de mora, tenía el estómago cerrado, pero lo acepté por cortesía.

— ¿Puedo ver? — me preguntó con sus ojos fijos en mis manos lastimadas.

Volví a echar una ojeada hacia atrás. Claudia y André estaban dentro de mi cabaña moviendo el árbol. Escuchaba sus risas desde aquí.

— ¿No deberías ayudar?

— No. Ellos son los de los elementos de tierra, será muy fácil moverlo.

— ¿Y cuál es tu elemento? — me sonrojé al darme cuenta de que no me había quitado la mirada.

— Uno poco común — sentí el cosquilleo del aire pasar detrás de mi cuello y haciendo bailar mis rizos.

— El aire — sonreí — ¿Qué más puedes hacer? — empecé a darle más de mi atención.

— Te lo diré e incluso te lo enseñaré, si me dejas sanar tu piel.

— ¿Por qué eres así? — reí — Solo estoy preguntando.

— No me gustan ver las heridas, ¿ya las desinfectaste?

— Con agua.

— ¿Me acompañas? — se levantó y me ofreció su ayuda para levantarme — Muchas gracias — respondió al tomar mi mano.

Volví a mirar hacia atrás a medida que nos alejábamos, la cabaña que había adquirido se estaba destruyendo ¿o era yo? Porque la madera se estaba deteriorando y llenando de moho, sabiendo que estas tierras no son húmedas.

Algo extraño pasa en este lugar.

Marco me llevó a su cabaña, del mismo tamaño que la mía, pero con un pórtico más equipado. Me hizo sentar en un sillón individual que era incómodo para mi trasero.

OSCURO [BORRADOR/sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora