Peca 4

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Día 4: No saben que ya están muy casados

—Enserio, ¿Cuándo se van a casar ustedes dos? Estoy harta de su fase de luna de miel anticipada.

Uraraka no era el tipo de persona paciente. Mucho menos cuando se trataba de gente lenta e incapaz de notar algo que saltaba a la vista de todos.

Y, solo para aclarar, con gente lenta, se refería por supuesto a Midoriya Izuku.

—¿D-de qué hablas, Uraraka?

He ahí la prueba.

La castaña volteó los ojos. Su prominente vientre más grande que la última vez que había visitado su departamento. Izuku no podía evitar preocuparse cada vez que la chica hacia algún movimiento, sin importar lo pequeño que fuese.

—De ti, la bolsa de ojeras andante que tienes por novio y su aparentemente no planeada boda.

El pecoso de paralizó en su lugar, girando lentamente la cabeza para enfocar a su mejor amiga, que se comía una barra de chocolate tendida cómodamente en uno de los sofás de la sala. Sentía el calor subiendo a su rostro, mientras los nervios le agitaban el estómago, en un huracán de mariposas causado por la simple idea de juntar su nombre y el de Shinsou con la palabra que comenzaba por "B" y terminaba con "oda" en una misma oración.

—¡No me mires así, Deku! —Ordenó la chica, agitando una de sus manos en el aire —. Ustedes dos parecen más una pareja casada que Iida y yo. ¡Y nosotros sí llevamos más de un año casados!

—¡E-eso no es cierto! —Chilló, con la voz demasiado aguda para su gusto. Se aclaró la garganta —. N-no lo es... —Su voz bajo varias centésimas mientras miraba el suelo de su departamento, mordiéndose el labio inferior.

No lo era, ¿verdad?

—¡Claro que sí! —Respondió la castaña, como si hubiera leído su mente —. Ustedes dos llevan viviendo juntos... ¿Cuánto tiempo?

—U-un año —Susurró, cubriendo su avergonzado rostro con sus brazos.

—¿Y cuánto desde que son pareja?

—S-seis años antes de que nos separáramos cuando se fue de Japón —Bajó la mirada, rememorando con todavía algo de dolor esa espantosa época. Desechó esos pensamientos con un movimiento de cabeza —. Y t-tres desde que volvió.

—¡Madre mía, Deku! ¡Son nueve años! ¡Nueve jodidos años! ¡Iida y yo nos casamos después de tres! —El peliverde no pudo evitar sentir miedo cuando vio a su mejor amiga comenzar a alterarse. Dejó el plato de fruta que tenía entre sus manos para correr a ponerse a su lado, por cualquier cosa —. Tranquilo, estoy bien —Dijo ella, mirando con diversión el pavor que se reflejaba en el rostro del chico —. O no. No estoy bien. ¿Cómo pueden llevar tanto tiempo juntos sin haber pensado en casarse? —Izuku iba a replicar, pero Uraraka no lo dejó —. Y no juegues conmigo, Deku, esa "separación" de la que hablas, duró exactamente seis días, porque ambos son tan jodidamente ridículos que se volvieron un desastre sin el otro en ese tiempo. Eso apenas califica como pelea.

Midoriya abrió la boca con indignación.

Pues perdón, porque para él sí que había contado como separación.

¿Fueron seis días?

No.

Fueron cinco si contaban la diferencia de horario.

Pero, en su defensa, se habían sentido como una maldita eternidad cuando lloraba por las noches, aferrado a la fotografía que se había tomado con Shinsou el día de su graduación. No parecían cinco días en los recuerdos grises del pecoso, porque en esas ciento veinte horas había sufrido más de lo que había sufrido en toda su existencia. Lo que ya era decir mucho, si consideraba lo mierda que había sido todo antes de que Shinsou entrara en su vida.

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