Día 1: Mantienen una promesa hasta el final
Midoriya Izuku amaba las promesas, a pesar de no creer fácilmente en ellas.
Eran algo romántico y bonito, mientras se quedarán dentro de la película o el libro de turno. Porque en la vida real, no traían nada más que decepciones y dolor. Y Midoriya lo había experimentado de la peor manera.
La primera promesa rota que vivió, fue la de su padre, que prometió estar siempre con él, protegiendo y amando a su pequeña familia, un par de años antes de abandonarlos a él y a su madre.
La segunda, fue la de la mujer de cabello verde, que prometió creer y apoyar sus sueños sin importar lo que el mundo dijera, pero que lo abrazó con ríos de lágrimas cayendo de sus ojos mientras se disculpaba por algo de lo que no tenía la culpa cuando se enteró de que las probabilidades de que Izuku cumpliera dichos sueños eran minúsculas, a los cinco años.
La tercera, fue la de Katsuki, que le había prometido ser siempre su amigo, solo para obsequiarle un puñetazo en el rostro y cientos de burlas apenas entraron a la escuela primaria y en adelante.
Después de eso, Midoriya había dejado de llevar la cuenta, ¿qué caso tendría hacerlo?
Pero estaba seguro de que la suma de todas las veces que alguien había roto una promesa con él, era más que suficiente para que dejara de creer en ellas.
Toda una vida de malas experiencias le habían enseñado que solo los idiotas prometían algo, y que solo aquellos aún más idiotas confiaban en que dichas promesas se cumplirían.
En ese momento, Midoriya se enorgullecía de ser del segundo tipo.
Sí, contradictorio.
Pero no podía negarse a sí mismo el cálido sentimiento que embargaba su pecho al pensar en las palabras que Shinsou había dicho antes de subirse al avión con destino a Canadá, que había tomado exactamente dos años antes.
"Volveré, y te seguiré amando tanto como lo hago ahora. Lo prometo".
Midoriya se había aferrado a esas palabras, entre lágrimas y sollozos mientras se despedían en el aeropuerto.
Se las había recordado a sí mismo, cada noche que se abrazaba al peluche de gato que Shinsou le había obsequiado en su primer aniversario, en un intento de sentirse más cerca de su novio, a pesar de la distancia y la diferencia de horario que los separaba.
Había creído firmemente en ellas, en aquellos días donde llevar una relación a distancia parecía tan insoportable que ni siquiera las largas horas pegado al teléfono lograban llenar el vacío en su pecho.
Incluso las había arrojado a la basura, junto con todas y cada una de las palabras que el pelimorado le había dicho antes, cuando la estancia de Shinsou en el país americano se había alargado de un año a dos, y había decidido terminar su relación debido a ello.
Las había abrazado contra su pecho, apenas entendió que no era capaz de renunciar a Shinsou Hitoshi a pesar de la distancia que los separaba.
En aquel momento, las llevaba como un estandarte, orgullosamente, mientras la impaciencia le hacía cosquillas en los dedos y las ansias subían como espuma por su cuerpo.
Las personas en el aeropuerto pasaban por su lado, lanzándole miradas curiosas a su inquieta figura de vez en cuando, pero al pecoso no podía importarle menos. No cuando, a través de la puerta que se acababa de abrir y, poniéndose de puntitas sobre sus pies, era capaz de divisar el cabello purpura, tan llamativo y desordenado como siempre, sobresaliendo de entre todas las personas que salían apresuradamente, empujándose unas a otras.
Las mariposas en su estómago amenazaban con atravesar su cuerpo para revolotear por el edificio cuando pudo distinguir los ojos violetas con mayor claridad.
Shinsou estaba incluso más ojeroso de lo que estaba cuando se separaron, quizá un poco más de lo que Midoriya recordaba haberlo visto durante sus frecuentes videollamadas. Tenía la misma cara de aburrimiento extremo de siempre y la mueca de fastidio era visible en cada uno de sus rasgos. Estaba usando una sudadera color negro, llena de bolitas blancas, con el estampado de un gatito en el centro. Sus pantalones de deporte le venían un poco grandes y se arrugaban ligeramente por encima de los tenis color blanco.
Para Midoriya, lucia como salido de un sueño.
Y él debió de lucir igual, envuelto en un enorme abrigo color verde, a juzgar por la manera en que los ojos violetas pasaron de estar entrecerrados por el sueño, a iluminarse con fuerza e ilusión cuando sus miradas se cruzaron.
Sus propios ojos verdes se llenaron de lágrimas mientras corría, sin importarle si empujaba a algunas personas en su camino. Pudo ver que Shinsou hacía lo mismo.
Estaba seguro de que pisó el pie de alguien y no fue su imaginación el reclamo de un hombre de gafas que le gritó por chocar con él e irse sin ofrecer una disculpa, pero nada de eso importó cuando pudo sentir los brazos de su novio apretarse con fuerza a su alrededor, mientras lo envolvía con brazos y piernas en un desesperado intento de sentirlo más cerca. De asegurarse de que era real. De que verdaderamente estaban juntos de nuevo.
Shinsou olía a suavizante de lavanda y a hogar cuando enterró el rostro en su cuello. Sollozó, el sentimiento de vacío en su interior desapareciendo para ser reemplazado por calidez.
—Te dije que volvería —La voz del chico le hizo cosquillas en el oído, tal y como hacia cuando hablaban por teléfono, solo que mil veces mejor —Pero me temo que no te amo como lo hacía antes —Susurró, provocando que el pecoso se separara solo lo suficiente para mirarlo a los ojos.
Midoriya abrió la boca, pasmado, mientras su corazón se aceleraba con miedo y las lágrimas que todavía caían por sus mejillas cambiaban completamente de significado.
Y su confusión aumentó cuando la risa que tanto amaba comenzó a sacudir el cuerpo del contrario.
Las lágrimas habían comenzado a caer por el rostro del pelimorado.
—Porque lo que siento por ti necesita una palabra más grande que solo amor para expresarse —Declaró, afirmando las manos a bajos sus piernas —¿Qué me hiciste, Midoriya Izuku? ¿Tienes una idea de lo mucho que te extrañe?
Podía ver un brillo en los ojos violetas, que nada tenía que ver con las gotas saladas que caían libremente para ese momento. Estaba seguro de que los suyos lucían igual.
El peliverde sollozó, nuevamente apretándose contra su novio.
—P-pensé en ti todos los días —Confesó contra su cuello —. No, incluso por las noches. Y no hubo día en que no soñara con este momento. Lo que sea que te haya hecho, creo me hiciste lo mismo, Shinsou Hitoshi.
Escuchó a su novio reír, sorbiendo la nariz mientras enterraba el rostro en su cabello.
Las promesas solo traían dolor, había aprendido a lo largo de su vida.
Y, solo en algunos casos, como aquel, también traían felicidad.
...
—¿Estás...?
—¿... Iniciando el Flufftober con seis días de retraso? Sí, eso hago.
Y me odio por ello :)
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31 Pecas [ShinDeku]
Fanfiction#Flufftober Shinsou Hitoshi y Midoriya Izuku son una pareja estable con momentos terriblemente dulces. ... Historias cortas (o no tan cortas) de ShinDeku. AU! Sin quirks Disclaimer: Boku no Hero Academia es una obra escrita e ilustrada por Horiko...