Peca 5

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Día 5: Adoptan una mascota

Midoriya no lo había averiguado.

Al menos, no lo había hecho todavía, un par de días después de su desastrosa conversación con Uraraka.

Shinsou, por supuesto, no le había creído en absoluto cuando le dijo que no había pasado nada, pero tampoco le exigió una respuesta, alegando que respetaba completamente si Izuku decidía mantener algo como parte de su privacidad.

El pecoso se había sentido tan conmovido, que había prácticamente saltado sobre su novio para llenarlo de besos y abrazos y muchos "Te amo" que terminaron siendo susurrados entre jadeos, mientras se aferraba desesperadamente a su espalda, desordenando las mantas sobre las que estaban recostados en ese mismo momento.

Enrojeció al recordarlo. No importaba las veces que mantuvieran ese tipo de relaciones, vamos, que ni siquiera importaba que lo hicieran varias veces a la semana, Izuku jamás iba a dejar de avergonzarse una vez terminaba el acto. No era posible. Enterró la cabeza en el cuello de su novio, sonrojado, ignorando la película que se proyectaba en la televisión, y provocando que Shinsou riera suavemente, enterrando sus dedos en los rizos color verde.

—Deja de pensar en eso, bebé —La voz de Shinsou sonaba demasiado satisfecha para su gusto —. O tendré que hacer algo al respecto.

Frunció el ceño, sin salir de su escondite, demasiado avergonzado para sostenerle la mirada, pero negándose a dejar que su novio se burlara de él en su cara.

—¿Cómo sabes en que estoy pensando? —Preguntó. Su tono de voz advirtiéndole al pelimorado que su respuesta podía ser su sentencia de muerte.

Era lunes, y ambos habían llegado demasiado cansados de su trabajo como para ponerse a cocinar algo elaborado. Entre los dos habían calentado la comida que sobró del día anterior y después de saciar sus estómagos, Midoriya había sugerido ver una película.

En aquel momento, tenían los pies enredados debajo de una manta color verde menta y fingían prestarle atención a la película de perros que se proyectaba en la televisión, cuando en realidad estaban más concentrados el uno en el otro. El pecho de Shinsou se agitó bajo él, con el sonido de su risa causándole cosquillas en el estómago.

—Eres demasiado obvio, Izu -Shinsou al fin apartó la mirada de la pantalla para dirigirla hacia el chico todavía parcialmente oculto —. Estas orejitas están ardiendo y solo hay un posible significado para eso -Dijo, colocando un rizo detrás de la oreja del pecoso, que, efectivamente, ardía.

—¡P-pues te equivocas! —Gruñó, apretando los puños en la camiseta de vestir de su novio —. ¡Estoy pensando en algo que no tiene nada que ver contigo!

Shinsou, el maldito, comenzó a reír con más fuerza, girándose sobre su cuerpo para obligar al pecoso a verse de frente.

—Vamos a arreglar eso, entonces —Susurró, acercándose lentamente a la boca del pecoso.

Midoriya mantenía su ceño fruncido, haciendo todo lo posible por pensar en algo para desviar la atención del pelimorado, porque lo último que necesitaba era dejarse vencer por el par de ojos violetas que lo observaban fijamente. Se negaba a darle la satisfacción a Shinsou de conseguir lo que quería, al menos por esa noche -y por el bien de su dignidad-.

No creía tener la voluntad de detenerlo si le permitía comenzar a besarlo, así que, en un último intento desesperado, paseó su mirada por toda la habitación en busca de algo, lo que fuera, y como una oportunidad caída del cielo, pudo observar que la pantalla se iluminaba con la imagen de un perro jugando con su dueño, en un comercial de croquetas.

31 Pecas [ShinDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora