31 Pecas [ShinDeku]

Peca 8

Día 8: Cuidar a los niños de otra pareja

—Enserio, ¿por qué estás abrazando a dos bebés?

Si no estuviera sumido en una profunda desesperación, Izuku se habría reído le da expresión en blanco de su novio —prometido, pensó con un agradable cosquilleo—.

Como lo estaba, solo pudo dirigirle una mirada suplicante, mientras luchaba por sostener a uno de los bebés con una mano sin descuidar al otro, que, a diferencia de su hermano, observaba tranquilamente a su alrededor, aparentemente calmado después de al menos una hora gritando sin parar.

—Uraraka y Iida debían de ir a un evento en el trabajo y no tenían quien los cuidara.

Shinsou asintió, aun sin moverse de la puerta.

Parecía encontrar especialmente interesante la visión de Izuku apunto de entrar en una crisis nerviosa, sus ojos brillando con calidez.

Y solo entendió por qué, cuando su novio —prometido— sacó su celular de uno de sus bolsillos para enfocarlo y dejarlo momentáneamente ciego debido al flash que brilló al momento de hacerle una fotografia.

Midoriya no reaccionó hasta que vio a Shinsou asentir satisfecho mirando la pantalla de su móvil.

Frunció el ceño, sonrojándose.

—¡Hitoshi! —Chilló.

—¡Izuku! —No estaba para bromas, aun si una sonrisa tiraba estúpidamente de sus mejillas al recordar una escena bastante similar en una de las películas de Harry Potter que tanto les gustaban a ambos. Shinsou pareció notarlo —. Ya voy, ya voy.

Sin dejar de sonreír con su mueca tan característica, que cualquier persona que no fuera Izuku no sabría distinguir de una sonrisa sincera, Shinsou se acercó al peliverde.

Lentamente, se inclinó sobre uno de los gemelos y frunció el ceño en su dirección.

—Se parece a Iida, que mala suerte.

Muy a su pesar, Izuku rio.

—No seas grosero. Sería peor si se parecieran a su madre.

—¿Por qué? Uraraka es tolerable. Iida solía gritarme cuando íbamos al instituto.

El peliverde negó con la cabeza, dejando que Shinsou abrazara al bebé, que miraba entre los dos con curiosidad.

—Lo hacía porqué se preocupaba por nosotros.

—A ti nunca te gritó.

—Porque yo sí era un estudiante responsable —Replicó, mostrándole la lengua en un gesto juguetón —. Y también me gritaba, antes.

—No mientas —Shinsou entrecerró los ojos en su dirección, dejando que el bebé entre sus brazos envolviera su manita alrededor de uno de sus dedos —. Siempre fuiste bueno suavizando a las personas. Iida no fue la excepción.

Midoriya se sonrojó, negando con la cabeza.

—Y-yo no...

Pero el llanto del bebé que anteriormente estaba calmado, atravesó sus oídos con fuerza antes de que fuera capaz de decir algo más.

Ambos se miraron por exactamente cinco segundos, sin decir nada.

En el sexto, el pánico comenzó a adueñarse de la mirada verdosa.

Y en el décimo, también hizo aparición en los ojos violetas, cuando el bebé entre sus brazos siguió el mismo camino que su gemelo, su llanto casi tan alto como para escucharse por todo el edifico.