Capítulo 10

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Aleyah Pemberton. 

Me encontraba en una situación que no catalogaba como favorita y tampoco se la desearía a nadie.

<<Reina del drama>>

Desaparecí una semana del colegio, prácticamente todo lo relacionado con el mundo externo que no sea la gente que quiero.

Decidí a uno de los departamentos de mi madre para despejar mi mente, bueno era el único al que iba porque ya le había dado mi toque.

<<Baticueva en lo que la expresión consta>>

Antes de desaparecer le avisé a Ian y a mamá lo que tenía planeado hacer, aun que no era primera vez.

Todo se me reducía a poder pensar con claridad, y para llegar a ese punto requería de silencio, y el ruido de mi cabeza ya era suficiente como para también lidiar con el ruido exterior.

<<Algún momento explotaras, recuerda que ya te lo digo>>

Oriel había venido a mi apartamento —sí, también le conté a Oriel— a dejarme comida y los proyectos de los profesores que dejaban en lo que quedaba de la semana.

Cabe recalcar que él se ha ofrecido, y eso que le insistí que no era necesario. Y me dijo que le dio sordera por 5 minutos.

Bueno y no está de más habérselo dicho a Alyssa y Charlie. Eran como mi happy hour.

Los tres estábamos en uno de los sillones viendo Ricky y Morty para entretenernos.

—¿Te imaginas que existieran tetas gigantes andando por las calles? —preguntó Charlie de repente.

Alyssa puso los ojos en blanco.

—Los senos no están para que los sexualices, pedazo de idiota.

—¡Ey! No los sexualizo, solo soy gran admirador de la gran belleza que pueden llegar a ser —hizo una breve pausa— las tetas.

—¡Senos!, no lo digas de ese modo que suena vulgar. 

—¡Tetas! —le sacó la lengua.

—¡Senos!

—¡T...

Estaban iniciando una pequeña discusión, pero se quedaron a medias cuando tocaron el timbre.

—¡No hay nadie! —grité sabiendo perfectamente de quien se trataba.

—¡Somos una proyección dejada por alienígenas! —acompañó Charlie.

La puerta se abrió de inmediato dejando ver al rubio que estaba detrás de ella.

Le di unas llaves de emergencia en día de ayer, porque la puerta se solía atascar de vez en cuando o cualquier otro problema. Uno nunca sabe lo que puede pasar hoy en día.

Dejó las llaves en la cómoda de la entrada antes de dirigirse hacia nosotros.

Aún no habíamos tenido una conversación sobre el otro —vergonzoso— día, cuando empecé a llorar por idioteces.

Pero no, él no me había hecho preguntas posteriormente y eso me aliviaba.

<<Eres la mejor compañía que una persona puede tener>>

No ayudas tanto.

<<Tengo otros propósitos contigo>>

—Hola chicos —saludó a los alienígenas de mi lado en un tono serio.

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