Capítulo 19

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Aleyah Pemberton 

Tenía que comprar un vestido para la fiesta de Charlie, soy un poco indecisa en estos temas.

La chicha de la tienda ha sido muy paciente, no le pagan lo suficiente para este nivel de paciencia.

No tenía mucha ropa debido a que no salgo a eventos, por esto mismo, por el estrés que se genera prepararse con tiempo. El tiempo se me hace insuficiente en estos casos.

Alyssa me ha acompañado y ella también va a elegir su atuendo. A ella le queda todo bien, no creo que tenga mayor problema.

Oriel nos ha traído aquí y luego tuvo que ir a recoger a Sabrina a la escuela. Me preguntó unas treinta veces si iba a necesitar de su ayuda antes de irse.

<<Aunque así fuera, no se lo dirías>>

Cállate, de una vez.

Decidí sentarme en la salita de espera de los vestidores a por Alyssa. Un chico de cabello castaño y rígido que lucía casi de mi edad se acercó a mí.

—Hola, ehmm —bajó la mirada a sus pies—. He venido a remplazar a mi compañera.

Cierto, se fue a atender a otra clienta.

El chico lució algo nervioso, me preguntaba si...

Bueno no tengo nada que hacer.

—Hola —sonreí—. ¿Es tu primer día?

Su cara fue de sorpresa inmediata, espero haber acertado.

Su mirada bailó por un momento antes de dirigirse a mí nuevamente.

—No creo que eso sea algo apropiadamente laboral —soltó una risa nerviosa—. Pero, sí. Lo es, y eres mi segunda clienta.

Entrecerré los ojos.

—¿Y qué tal el primero? —ahora estoy intrigada.

—Digamos que estaba con prisa y eso me puso nervioso, fue un desastre —resopló—. Se ha llevado una mala impresión. Me lo hizo saber de todas las formas posibles.

Bueno, estar bajo presión es lo más horrible del mundo, pobre muchacho. De todas formas, el cliente debió tener un poco de empatía.

—Ahora los papeles cambiaron —le hice saber—. Tú deberás tenerme paciencia.

Él soltó una risa.

—Si conocieras a mi novio, sabrás que la tengo —comunicó.

—Que afortunado tu novio —dije algo divertida.

Él se sentó a mi lado y me enseñó una especie de catálogo, pero estas prendas no estaban por ningún lado.

—¿Por qué no están aquí? —pregunté.

—No, pero lo harán. Llegan el fin de semana —informó.

¿Por qué no me lo ha mostrado la otra chica?

Oh.

Ya tomé en cuenta, deben de ser modelos viejos y necesitan acabara la mercadería para traer la otra.

Creo que el muchacho me ha leído la mente y ha confirmado mi suposición.

—Toda esta mercadería ya está de salida, si le enseñamos el catalogo nuevo a los clientes nos quedaremos estancados con el actual —creo que se ha arrepentido porque hizo una mueca—. No le digas a mi jefe que te dije eso.

—¿Por qué lo haría? —volví mi mirada al catálogo.

Me explicó a detalle los vestidos, y le conté para que ocasión lo quería. Me daba información acerca de las telas, cuales se arrugan, cuales no, la textura y hasta que color me favorecía por mi tono de piel.

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