Capítulo 16

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Aleyah Pemberton

¿Qué se supone que haga en estos casos? Siento que si abro la boca voy a estropearlo todo.

¿Le pregunto? ¿Le digo lo que vi? ¿Si no quiere hablar?

Eso era lo que estaba haciendo ayer metido en el baño, y por eso Greta me llamó el otro día, ya ayer, no puede ser.

Que ciega que estaba.

<<Y otras cosas más>>

No me la ha dicho, y no espero que lo haga sabiendo que esto es muy delicado e importante para él.

¿Cómo pudo llegar a eso?

Tengo que llamar a Grace.

Ya llevaba bastante tiempo despierta si soy franca, y no he llegado a nada.

Bien, eso no quita que siga siendo él, solo quiero ver si puedo hacer algo, quiero que sepa que estoy con él, pero no quiero invadir su privacidad. Pero no puedo hacer mucho, hasta que él me lo diga.

<<¿Estás suponiendo que te lo va a decir?>>

Cállate.

¿Sándwiches de pollo?

¿Qué tengo diez años?

Pero, era lo único que se me ocurría.

Salí con cuidado de la cama, fue difícil alzar el brazo que tenía sobre mi cintura, por un momento pensé que se iba a despertar.

Eran las cinco de la mañana, tendríamos que Sali de aquí a las siete.

En el pasillo encontré a Larissa quien se ha quedado un poco sorprendida al verme despierta a estas horas.

—Buenos día, Aleyah. ¿Qué tal dormiste?

—Muy bien, gracias por preguntar.

Tenía un bulto de ropa entre sus manos y desvié su mirada hacia el mismo devolviéndola luego hacía mí.

—A propósito, fui a buscar ropa para ti —me tendió la ropa—. Para el colegio de hoy.

Cogí la ropa y le dediqué una sonrisa.

—Muchas gracias, disculpe las molestias.

—No ha de que, no te preocupes. Cuando quieras.

<<Los sándwiches>>

Meneé la cabeza, espero que no lo tome de muy atrevimiento.

—¿Puedo hacer el desayuno? —pregunté.

—Cielo, la otra vez lo hiciste. No es necesario.

—Es que tengo una especie de rutina —mentí—. No creo que mis sándwiches sean tan malos.

Alzó levemente una ceja.

—¿Vas a hacer sándwiches de pollo, de nuevo?

¿De nuevo? Lo he estropeado.

<<Bueno, lo intentamos>>

—¿Sí? —musité, algo avergonzada.

—Por supuesto, me encantaron —creo que no me voy a creer eso, solo son sándwich—. ¿Te ayudo en algo?

—No, solo necesito la cocina —avisé.

—Está bien, cariño —me dio una breve mirada antes de marcharse.

Fui a la cocina y dejé la ropa en el taburete, mientras preparaba los sándwiches.

Al comienzo pensé que él tenía un tipo de dieta estricta, pero no ha sido eso, me he equivocado.

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