Capítulo 15

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Aleyah Pemberton

—¿Seis grupos de lectura a la semana? —volví a preguntar.

—No, nueve —tuvo que notar mi cara—. Que sí, seis.

Bueno, no era mala idea. Pero, si tu idea de emprendimiento para el colegio consta de una librería que tenga seis grupos de lectura semanal, debería ser una instalación grande para eso y evaluar el capital, odio esto.

Sonaba algo ambicioso, excelente, solo en ese aspecto.

—Bien, entonces seis grupos y la cafetería —teníamos que llegar a un acuerdo.

—¿Cafetería? —preguntó, confundido.

—Sí, cafetería.

Él hizo un movimiento raro con la cabeza.

—Sí, suena increíble. Eres increíble.

Su tono de voz siempre era tranquilo, de verdad. Creo que es la única persona que escucharía todo el día y no me fastidiaría.

—¿Algo mas que añadir? —enarcó una ceja.

—Creo que no.

Me encontraba acariciando su cabello, ya que no sé como acabamos en el suelo. Él apoyando su cabeza en mis piernas y con la portátil sobre él.

—Dicho eso, hemos terminado —avisó, y yo sentí un alivio.

—¿En serio? —no lo podía creer por parte.

—Sí, alacrán —soltó una risa.

—Ya, Simón.

En un movimiento rápido dejó la portátil a un lado y tiró de mí para unir nuestros labios.

Pero, estando sentados en el suelo, sentía algo incomodo. Lo sentía muy lejos.

Nuestros labios seguían el mismo compas, y por un momento sentí que el aire no me llegaba. Tiré de el cuello de su camiseta para mantenerlo mas cerca. Me despegué un momento para mirarlo y creo que entendió mi señal.

Tiró de mi cintura y terminé sobre su regazo.

Ahora ya no estaba muy lejos.

Pasé mi mano sobre sus clavículas, un poco notorias. Él acarició mi mejilla, mientras seguíamos besándonos. Mis manos seguían acariciándolo, sintiendo consigo el contraste de su piel, el olor que provenía de él, la forma en que también me tocaba hacía que lo disfrutara. Sus brazos me envolvieron por completa, dejé mi mano sobre su mejilla.

Detuve en beso y apoyé mi frente con la suya, teníamos la respiración un poco agitada. Él me dio un beso corto.

Después de besarnos no decíamos nada, es como si ya lo hubiésemos dicho todo.

Me di la vuelta y descansé mi espalda contra su pecho, él colocó ahora sus manos sobre mis clavículas y yo apoyé mis manos sobre las suyas.

Quería grabar esto para siempre.

Él se sentía como un gran suspiro en un día tan alterado.

***

Bueno, como era de esperarse John seguía en mi casa y decidí ignorar su asquerosa existencia sobre la faz de la tierra.

Suerte que hoy no se encontraba en casa porque fue a hacer algo que estoy segura de que me dijo, pero lo olvidé porque le quité importancia.

Ah, y Oriel y yo nos quedamos dormidos sobre la alfombra. Él seguía dormido, yo solo estaba viendo que gestos ponía al dormir, como luce tan calmado cuando duerme, la cara despejada que posee, y no inmutaba para nada.

EunoiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora