♋ LA SALVACIÓN DEL OLVIDO ♋

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1982 Argentina - Islas Malvinas

"Un hombre debe dar la vida por su patria". Eso es lo que decían y nos comparaban con héroes revolucionarios como San Martín y Belgrano. ¡Porqueria de pelotudez! San Martín era un experto en el combate y en el uso de armas blancas, mientras que Belgrano, aquel abogado estratega y de pensamientos revolucionarios, tenía los estudios que posiblemente nunca podremos tener.

Nos mandaban a morir en la guerra; nos mandaban a cruzar los andes sin caballo.

El barco se tambalea, muy probablemente el mar nos alarme con sus aguas turbulentas, de que nuestro destino no es pintado con colores alegres de gloria, sino con el negro de la polvora y el rojo carmesí de la guerra.

El silencio es desesperante y angustioso, y mires donde mires, lo único que se puede ver son rostros idos y pálidos como los muertos, pero sin aquella expreción de tranquilidad que estos dejan en sus caras como última imagen para recordar.

Las literas son varias, pero como aclare, parecían vacías por tanto silencio que de vez en cuando dejaba escapar el sonoro sonido de un llanto ahogado entre las sábanas.

"Los hombres no lloran". Dicen, pero al parecer mis dieciocho años no me hacen un hombre, porque quiero llorar hasta quedarme seco.

Pero no se puede.

—¡SOLDADO DEJE DE MARICONEAR!

—¡N... No puedo, no puedo, mi madre desapareció allá en Mendoza, NECESITO VERLA UNA VEZ MÁS, SABER QUE ELLA ESTÁ...!

Un ruido seco me hizo dar un fuerte respingo y unas náuseas horribles provocadas por la impotencia y mi acelerado corazón que retumbaba en mi pecho con fuerza.

—¡VAMOS, VENI PARA ACÁ PIBE, TE VOY A ENSEÑAR A DEJAR DE MARICONEAR!

—¡¡NO DEL PELO NO, POR FAVOR NO!!

El forcejeó y los gritos se escucharon por todo el barco mientras se lo llevaban a rastras, pero nadie podía hacer nada más que ver y escuchar esa repugnante escena.

Cuando estuvieron demasiado lejos dejamos de escuchar los gritos y estoy seguro que más de uno veló por su seguridad.

Mi cuerpo se tenso y por impulso o bronca, me aferre a las ásperas sábanas con toda mi fuerza, mientras mis dientes rechinaban como dos piedras chocando continuamente.

—Espero que su madre este bien

Alguien, con voz suave, habló con tranquilidad desde la cama opuesta a la mía aprovechando la salida del comandante.

Al darme vuelta, pude ver a un chico de mi edad que me miraba con cierta preocupación.

Tenía piel pálida, ojos color miel, labios de bajo contraste, mejillas rojizas y pestañas largas. Su cuerpo era bastante delgado y su cabello estaba lo más corto posible ya que a todos nos habían rapado antes de entrar al ejército.

—Mis padres están bien, pero mi abuela... —giró la cabeza hacia arriba mientras ponia sus manos entre la cabeza y la dura almohada— mi abuela es escritora, y aunque ella se escondió por Rio Negro y Chubut, en Neuquen dejo de contactarse con nosotros —respiro hondo, giro levemente la cabeza y entrecruzo nuevamente su mirada con la mía, mientra dejaba ver una sonrisa bañanda de un dolor puro y agoviante—. La hicieron desaparecer

Un nudo en la garganta se pronunció mientras el pecho se me hundía y mi cerebro vagaba por un miedo inmensurable de premoniciones inexistentes pero posibles.

—Lo siento —murmuré

—¿Tú?

—Mi familia esta bien, por ahora —se me aceleró la respiración con solo pensarlo

SENZAI [Historias Cortas BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora