♒ LO QUE LAS GRIETAS DEJARON ♒

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Año 2050. El odio sordo de aquellos que siguieron con sus vidas de ocio y poder provocó un futuro de destrucción que todos venían venir y nadie intentó detener: terremotos, maremotos, incendios forestales, huracanes, lluvias ácidas. 

Hay lugares desaparecidos bajo el agua como aquella ciudad nombrada “atlantis” la cual nunca se confirmó su existencia, pero ya no posee exclusividad alguna; otros que se intoxicaron y se calcinaron bajo las llamas y el humo de la quema de pulmones naturales y ciudades pobladas; y uno en específico, en donde los vientos arrastran consigo en su perpetuó viaje a todo aquel que no pueda huir a tiempo de él.

En el caso de mi hogar, el terremoto de hace una semana abrió grietas que llevan al candente fondo de esta tierra moribunda. Cada cierto tiempo indefinido e impreciso, las réplicas producen que la tierra vuelva a sacudirse con violencia, provocando que pedazos de edificios, autos, calles y personas muertas y vivas caigan en las fauces de aquellas extensas y anchas grietas.  

No obstante, la supervivencia no se rige solo con la dificultad de caer a dichas grietas, sino, más bien, de ser tirado a dichas grietas.

—¿¡Dónde está!? —exclamó una mujer a lo lejos con firmeza en su voz

Los pasos de la mujer se escucharon con fuerza y con claridad mientras más se acercaba a mí.

—N… No lo hemos encontrado aún —respondió una voz masculina, que por su tono se encontraba severamente nervioso o asustado—, pe… pero logramos darle en el brazo y perdió el arma, ¡Y… Ya no será un problema!

—Ya veo —la mujer hizo un breve silencio—, pero no fue lo que te pregunte. ¿Dónde está? —repitió con más imponencia 

—N… No lo sé, mi señora

—Oh está bien, gracias por responderme —exclamó en un tono dulce y el sonido de un disparo se escuchó a los segundos. Finalmente, el ruido de algo sólido cayendose sobre el suelo del callejón no se hizo esperar—. Pero si no puedes siquiera encontrar un miserable mocoso no vales nada.

De repente, pude sentir como el basurero en el que me escondía dió un potente sacudón. Mi respiración se aceleró al igual que los latidos de mi corazón, mientras que buscaba una forma de salir de esto con vida y me agarraba el brazo que tenia una bala incrustada en él. 

—¡Maldición, son todos unos malditos incompetentes! —gritó y el ruido de sus pasos empezó a desvanecerse de a poco

Aliviado de que no me había descubierto y que solo había sido una rabieta, me centré en recuperar el aire antes de hiperventilarme y salí con cautela de mi escondite por si aún ella o sus lacayos seguían por la zona. 

Mi brazo sangraba demasiado a pesar de que había roto parte de mi pantalón para presionar la herida. Necesitaba encontrar algo con lo que pudiera curarme de inmediato o de lo contrario allí mismo terminaría mi vida.

Con las zapatillas sucias y llenas de sangre, me acerqué al cadáver de aquel sujeto y le arrebaté el arma y todo lo que encontrase en sus bolsillos.

Me encontraba en una búsqueda rápida y bastante desesperada con el objetivo de encontrar cosas importantes como municiones o comida. Aún así, lo único que hallé fue un relicario con forma de corazón, que a pesar de ser bastante grande era demasiado liviano.

Aún no se porque motivo fue que decidí abrirlo en la situación en la que me encontraba, capaz fue pena, compasión, empatía o simplemente mi estúpida curiosidad que tantos problemas me había traído hasta entonces, pero el punto es que lo abrí. 

La foto de una mujer y un bebe se mostró ante mí: una mujer morena de facciones poco apreciables por la lejanía de la foto y lo mismo para el bebe, pero como usualmente le ponían ropa azul a los niños, mi mente proceso, bien o mal, que aquel era varón; se encontraban sentados bajo un roble en pleno otoño debido a la cantidad de hojas que se encontraban en el suelo junto a varias nueces. 

SENZAI [Historias Cortas BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora