5. Monstruos

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Creo que había vuelto a entrar en shock.

Estaba sentada en el suelo y no podía dejar de pensar en que mamá estaba lejos de mi y no tenía idea de si ella estaba a salvo, si ella aún... seguía viva.
Y papá, él estaba arriba y yo rezaba porque no se hubiera cruzado a ningún monstruo dentro del edificio... Creía que la mejor idea era esperar a que él bajara, además de que la puerta de las escaleras había sido cerrada al mismo tiempo que comenzaron a hacer la barricada frente a la cortina.

Observé como la mayoría de los vecinos ayudaban mientras una señora trataba de detenerlos porque su hija aún no había llegado del colegio.

—Cierrénla —ordenó Hyuk.
—Esperen un momento —le pidió a sus vecinos y luego caminó hacia Hyuk, cruzándose en el camino a más vecinos que llevaban muebles para la barricada—. ¡Dije que esperen! —Los obligó a quedarse quietos y luego sacó su celular para mostrarle un mapa al chico de lentes—. Mi hija está muy cerca, puedo ir rápido a recogerla. Solo abran, por favor—rogó.

Hyuk se quedó en silencio mirándola y yo hablé sin darme cuenta.

—Señora, creáme que la entiendo. Pero no sabemos contra qué nos enfrentamos, ni cuántos son. Abrir esa puerta nos pondría en peligro a todos si se mete otro monstruo. Y si usted sale, nada le asegura volver con vida, llegar allá viva o si su hija lo está.
—... Lo lamento —se limitó a decir Hyuk.
—¿Cómo te atraves? ¿No sabes quién soy? —La señora dijo molesta y lo empujó.

Nadie muy importante si vive en este lugar...

—No puedo poner a todos en riesgo —confesó Hyuk y comenzó a mover el mueble hacia la puerta, peleando con la señora que quería detenerlo.
—¡Señora, señora! Deje que nos protejamos. Si su hija está cerca, solo le queda esperar que llegué hasta aquí y le prometo que abriremos la cortina por ella —articulé.

Hyuk hizo una mueca negándose, pero no hizo, ni dijo nada más, lo cual calmó un poco a la señora.

De repente todos los celulares comenzaron a vibrar y sonar a la vez y con el mismo tono extraño. Jamás lo había escuchado.

Todos revisamos el mensaje.

«ALERTA DE EMERGENCIA.

Los que presenten estos síntomas deben aislarse:
•Sangrado nasal.
•Desmayos.
•Comportamientos agresivos...»

Los susurros comenzaron. Levanté la mirada del celular para observar a los demás. Parecía que todos de a poco iban dándose cuenta de lo seria que era la situación.
La señora con la hija fuers cayó sentada en el suelo mientras lloraba, otra señora culpaba a la radiación y asustaba a una niña, y otra persona hablaba sobre una epidemia.

—Vayamos a casa. ¿Qué hacemos todos aquí? —habló un muchacho.
—¿No vendrán a rescatarnos? —dijo otro.
—¿Qué no lo ven? Estamos acabados.
—No se acabará este país —contestó temblando y miró al soldado del grupo—. Nos salvará el ejército, ¿no?
—Ah, si, por supuesto. Si esperamos con calma... —respondió él.
—¡Puedo esperar en casa! —gritó enojado el primer chico.

Entonces comenzaron a discutir. Los dos primero muchachos vivían en el sexto piso y decidieron subir juntos. Otros dijeron que todos deberían subir y cuando se dirigieron hacia la puerta, el soldado y otras dos personas los detuvieron porque querían bloquear esa puerta y esperar. Luego llegaron el dueño de la tienda con un paraguas y su esposa, él se puso a amenazar a los que querían irse y de nuevo comenzó otra discusión.

—Dejénlos que se vayan si tanto quieren —hablé fuerte deteniendo la pelea—. Pero lo más seguro de momento es quedarnos todos juntos aquí abajo. Ni siquiera sabemos si es seguro allá arriba —expliqué cuando todos me prestaron atención—. Yo digo que hay que esperar y enviar a un grupo de exploración cuando sepamos mejor qué es lo qué está pasando.

Dulce hogar [𝑳𝒆𝒆 𝑬𝒖𝒏-𝑯𝒚𝒖𝒌]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora