Capítulo quince

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La sala parecía una cámara acorazada.Tenía una puerta metálica, no dejaba ver su interior, pero se escuchaban unas voces:
- No voy a hacerlo! -dijo una voz, que no podía  reconocer, quizás por el grosor de la puerta- Estás loco si piensas que te voy a hacer un regalo así!
- Me lo debes! -gruñó una voz algo más grave, que intuí podía ser la de Jim.

No podía más que adivinar dos personas en el interior, pero era obvio que había llegado en la mitad de una discusión. Tenía que buscar la manera de entrar por sorpresa y prestar mi ayuda, pero no tenía ni idea de quién podía estar en apuros y menos aún cómo hacerlo.
Me habría valido de mucho tener un plano de las instalaciones, pero no era así. Había unos tubos enormes que colgaban del techo y entraban a todas las estancias, pero parecían demasiado frágiles, como para soportar el peso de una persona, incluso mis poco más de cincuenta kilos, bastarían para hacerlos caer. Todas las puertas del corredor carecían de cerradura y se me ocurrió una manera de aprovecharlo. Dejé mi linterna encendida en la tercera puerta y tiré mi navaja a los conductos de aire del techo. El ruido haría que Jim saliera a ver qué pasaba...
Yo me escondí en la primera puerta y en cuanto él pasó de la segunda puerta hacia la linterna, me escabullí de rodillas al interior del laboratorio. Me escondí detrás de un mueble que había y esperé agazapada.
- Malditos ruidos! -entró de nuevo mascullando entre dientes- las malditas ratas se han hecho las dueñas de todo ésto. Sigamos con lo nuestro, Paula!
- Paula? -se me escapó en voz no lo suficientemente baja.
Jim rodeó el mueble y apuntó su arma hacia mí, antes de que pudiera reaccionar.
- Vaya! -exclamó sonriendo- ésto se pone divertido.
No le dio tiempo a decir más. Paula se abalanzó sobre él y cogiendo su cabeza con ambas manos, le dio un brusco giro que hizo que su cuello se fracturara con un desagradable crujido. Yo estaba inmóvil, temblando, sin poder articular palabra. El cuerpo de Jim cayó inerte a mi lado y de un salto me puse de pie, abalanzándome sobre los brazos de Paula.
Nos fundimos en un abrazo y tan sólo acerté a decir:
- Creía que no volvería a verte.
- Pensaba ir a buscarte, en cuanto solucionara el problemilla de Jim. -dijo Paula sonriendo.
- Pero qué ha pasado?
- Es una larga historia. Jim fue una de las primeras víctimas de la bruma, un encantamiento del que ahora es mi amo, el Conde Luggatti. Lo adoptó como siervo, pero seguía siendo humano. Así podía hacerse cargo de las víctimas que encontramos, por cierto, el alimento de mi señor. Y el desgraciado quería que le ayudara a desertar y le concediese la inmortalidad...
- Que dices, Paula? -susurré, mientras sus labios recorrían húmedos mi cuello. Noté un pequeño pinchazo y al pasar mi mano, para aliviarme, vi que me chorreaba un pequeño hilo de sangre.
- Digo, que ahora sí que eres como yo, sólo tengo éste Don para una persona y es para ti. Por cierto, dónde te apetece vivir los próximos quinientos años?

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⏰ Última actualización: Oct 10, 2021 ⏰

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