Capítulo ocho

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El teléfono sonó de repente y me hizo dar un brinco en la cama. No era demasiado temprano, pero estábamos faltas de sueño reparador. Cogí de mala gana el auricular y pregunté:
- Si? Quién es?
- Buenos días Rebeca, soy Jim. En media hora os recojo, ha aparecido un nuevo cadáver.
Colgué el teléfono, aún adormilada y encendí el televisor para espabilarme. Había sintonizado una cadena local, que estaban dando las noticias:
"...un nuevo cadáver ha aparecido a escasos metros del puerto. Según fuentes oficiales, no presenta ningún signo de violencia, se especula que podría tratarse de una víctima más de congelación espontánea...."
Cambié de canal y me encontré con el parte metereológico:
"... la noche mantuvo una temperatura suave y no bajamos de los ocho grados. La inusual bruma, sin embargo, no nos ha abandonado ninguna noche desde que empezó el otoño. Se recomienda no salir, si no es necesario, a partir de medianoche, ya que es sumamente húmeda y eso unido a las bajas temperaturas y el persistente viento del noroeste, hacen que la sensación térmica sea bastante baja..."
- Paula despierta! -grité de mala gana- Jim está al caer y no quiero que tenga que esperar.
- Voy cielo! -contestó Paula con la voz todavía tomada por el sueño- no quieres darte una ducha conmigo?
- No da tiempo. Date prisa.
Eso habría sido lo más inteligente y sin duda placentero, meterme en la ducha caliente, con sus manos rozando mi espalda, mis brazos, el cuello, los senos dispuestos a dar cobijo a su cabeza, mientras sus manos resbalan peligrosamente buscando mi abismo dispuesto al placer,... No puede ser. Hay cosas importantes que hacer. Debemos centrarnos.
El timbre de la puerta sonó impertinente y llegué para abrirla, antes de que sonara de nuevo.
- Jim! -me sorprendió su rapidez- no has tardado nada. Paula está terminando. Dame dos minutos.
- Rebeca! Ya hay un nuevo cadáver que puedes analizar.
- Y sabemos algo más sobre la víctima? -pregunté curiosa.
- Es Paul. -dijo cabizbajo- El cadáver lo han encontrado muy cerca de su yate y  es el de nuestro amigo, aún estoy en shock.
- Que dices...? -acerté a decir.

La brumaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora