Capítulo tres

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No me arrepiento de lo que sucedió aquella noche, si bien es cierto que no he vuelto a disfrutar de la misma manera. Demasiados prejuicios machistas, que no saben compartir una mujer por el placer común. Todos se empeñan en buscar el trio en otra hembra, y tanto iba el cántaro a la fuente, que acabé quitándole la novia a un musculitos de Carabanchel. Paula es una bomba de relojería, nunca pensé que pudieran gustarme tanto las mujeres, o más bien, nunca pensé que pudiera gustarme tanto ella. Tanto, que no me importa prescindir de los hombres. Sólo tengo ojos y manos para ella. Estoy enamorada.
El teléfono sonó y nos cogió por sorpresa. Aún estábamos en la cama, intentando desayunar sexo en ayunas. Paula hizo ademán de levantar la cabeza al compás del tono de llamada entrante, pero con la mano que me quedaba libre, reclamé de nuevo la atención de sus labios hacia las mieles que emanaban de mi entrepierna.
- Si? Dígame? -respondí de mala gana.
- Hola Rebe! -sonó al otro lado del auricular- soy Jim, Paul me dijo que tenía que recogerte en el aeropuerto el próximo martes. Si?
- Sigue! -susurré, aunque no lo suficientemente suave, me temo
- No hay más! Es todo lo que sé, Rebe.
- Perdona Jim! -me disculpé torpemente- se lo decía a la chica de la limpieza...
- Ah, ok! Entonces conforme Rebe? El martes?
- Si, no hay problema, te confirmaré la hora. Por cierto dile a Paul que no iré sola.Bye.
- Bye Rebe! No hay problema, see you el martes...
No me dio tiempo a colgar la llamada, cuando un latigazo de placer recorrió todo mi cuerpo, brotó una fuente de mi interior y las piernas me empezaron a temblar electrocutadas por un explosivo éxtasis, que me dejaba los ojos en blanco, como decía mi chica. Paula sacó la cabeza de entre mis piernas y con acento latino me dijo:
- Mami, está bien así? O desea una limpieza más a fondo?
Las dos reímos a carcajadas, antes de que pudiera hundir mi boca en la humedad profunda de mi compañera. Que obra de arte, cuántos pliegues adornando su cueva, llamándome al pecado de la carne...

La brumaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora