4 Perdidos

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Perdidos

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Chris

Escalón por escalón, baje las largas escaleras hasta por fin ver la luz del sol que se escapaba de la salida.

Seguí caminando, pero esa vez abrí la libreta entre mis manos, sentí el frio cuero negro de la portada. Pase las pagina con cautela mientras iba a mi destino lentamente, pase cada página que ya había leído antes y no tenía nada más que mostrarme hasta que llegue a una en blanco.

Hay se acababa, pensé. Pero no era tan fácil, así no funcionaba, siempre había algo que hacer, algo que resolver, algo que descubrir, algo que.......... Crear.

Casi tropeze, pero mi instinto me hizo parar antes de aquel desastre, aleje la mirada de la libreta y la lleve hacia el frente donde estaba aquella fuente de agua que casi me hacía caer. Hubiera sido una gran humillación que en realidad no me interesaba, el traje que llevaba puesto se hubiera arruinado y eso si hubiera sido fatal.

Desvié la mirada de la fuente y observé a la persona que estaba a lo lejos. Parecía desaparecida de la realidad, parecía perdida con indudables pensamientos que la hacían cuestionar, era muy notorio en su expresión.

Talvez siempre lo estaba; perdida.Un chico llego prepotente y ella sonrió insistente. No, sonrió intrigada por lo que le diría.

El chico había llegado hace pocos meses, se ganó el centro de atención, los aplausos y la adoración; las sobras de lo que yo tenía. Los tres mosqueteros de la generación se reunían, claro que iba a generar grandes rumores.

-Aléjate - le advertí a aquella chica que se estaba acercando con la intensión de hablarme, lo cual no hizo.

Dejo un pequeño sobre entre mis manos y se fue con una sonrisa dulce y agradable que tanto me fastidiaba.

Fruncí el ceño al ver el sello del director en ella, pero antes de que lograra abrirla el timbre sonó llevándome como a los demás a la próxima clase.

                               • 

Salí del aula junto a los demás. En mi mano tenía una hoja de papel, una sencilla carta del tonto director, la carta que había estado en aquel sobre destruido por mi impulsiva reacción.

Mis pasos sé aceleraron, el calor subió por mi pecho y mi rostro expresaba mi increíble inconformidad sobre las palabras del director.Era un orfanato, no podía echarme y mucho menos chantajearme. No podía.

Mi comportamiento había sido de gran cuestionamiento moral intencionalmente desde el inicio, yo lo sabía y el director también. Los tres mosqueteros se reunían cómo en las anteriores décadas; una tradición, una popularidad afuera de estas cuatro paredes que le favorecía y, sobre todo, una gran herencia que cada uno recibiría en nuestra mayoría de edad.

Muchas cosas de que sacarles provecho de gran manera.

También teníamos grandes beneficios de los cuales no podíamos quejarnos en realidad.

Salí de la zona de estudio del orfanato para dirigirme directamente a la dirección, preparado para una gran discusión y lastimosamente un acuerdo en la que el director ganaría, por una parte.

La velocidad de mi caminar aumentaba en cuanto más pensaba en el tema.

Cómo otra de tantas veces, la volví a encontrar a ella, esta vez escondiéndose en su capa esperando que nadie la molestará.

Me pregunte si en realidad el orfanato era demasiado pequeño o de alguna manera ella seguía mí mismo camino.

"Síguela" dijo esa pequeña voz en mi cabeza.

Involuntariamente mis pasos siguieron otro camino y no precisamente directo a la oficina del director. Ella estaba guiando mi camino mientras se escabullía con facilidad al bosque sin poner en alerta a la inútil seguridad, hice lo mismo.

No la perdí de vista en ningún momento, no esperaba que me sorprendiera lo que se encontrará, dónde fuera o con quien se viera. Tampoco me esperaba asustarla o molestarla, solo quería un encuentro.

Un encuentro nuevo que me mostrará con claridad su verdadera cara, que se rompiera un trozo de esa mentira que se había convertido su vida.

Intencionalmente pise una rama ruidosa que la hizo poner a la defensiva y girarse bruscamente al lado equivocado. Sonreí con diversión por aquella situación.

- ¿Que necesitas? - identifico mis pasos mientras me acercaba a ella- Desearía saberlo - esa vez se giró para mirarme - en la luz de la luna pareces otro de los fantasmas - sonrió - ¿Sabes acaso que estás haciendo aquí? - Si. Claro que sí.

- No - sonríe de la misma manera que ella - ¿Pero en realidad tienes algo importante que hacer aquí?

- Nuestra vida es frustrante, estar perdidos en el bosque es lo mismo que en el orfanato - suspiro - ¿Porque me búscaste?

- Nuestra vida es frustrante, pero por alguna razón interesante.

- Es tan interesante...- su sonrisa se esfumó - no lo lograrás.

Mientras su sonrisa desapareció la mía siguió creciendo.

- ¿En serio?

- ¿Que estás dispuesto a hacer para descubrir mi supuesta interesante vida? - pregunto cómo si todo aquello fuera una tontería.

- Lo que sea - de nuevo una pequeña sonrisa apareció en su rostro, una sonrisa desquiciada.

- ¿Qué es lo que quieres en realidad? No sabes de lo que soy capaz para quitarte de mí caminó - y a pesar de sus sospechas ella no sabía lo que yo quería, nunca hubiera podido atacar a algo que no veía.

- Estoy consciente de las cosas que es capaz la fría oscuridad. Créeme, esto me gustará.

Y hay estábamos, otra vez en la gran oscuridad, solo que esta vez frente a frente y no como una simple mirada observadora entre los arbustos. No era la primera vez que ella guiaba mi camino que normalmente dirigía a el bosque o la primera vez que yo sentía su tensa mirada en cada momento.

Al final los dos estábamos perdidos... Al final las mejores personas lo están. Perdidos.

Una Mentira En Tus OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora