16 Sonrisa pálida

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Sonrisa pálida

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Heike

Aunque no parecía a simple vista, la sangre en mis manos aún permanecía. Invisible, pero aún la sentía.

Sentía esa pequeña energía qué había quedado del dolor ajeno, ese dolor que tanto disfrutaba.

Talvez me transmitía calma, aunque duraba poco tiempo y no podía asesinar a cada persona del prestigiado orfanato Linder Malegrant.

Aunque lo imaginé. Ellos nos venían caminar por los pasillos, se sorprendieron al vernos juntos.

Se imaginaron una historia nada cerca a la original. Los imaginé en mis manos como aquella chica, al final eran igual a ella.

Nos observaban con inocencia al no saber lo que había ocurrido.

Nos observaban caminar por los mismos pasillos que se habían manchado en un arranque dé irá. En un ataque de nuestra propia naturaleza.

-Odio que hagan eso - se queja Chris al llegar a la biblioteca.

- A mí me parece justo. No tienen nada que hacer en sus vidas miserables, es divertido ser su entretenimiento - dijo Damián.

- Es una burla - replicó.

- Los mantiene distraídos - justifique.

- Distraídos en nosotros. Eso puede salir mal - su fría mirada se fijó en la mía.

-Me gusta que las cosas salgan mal - el entre cerro los ojos ante mis palabras- cuando salen mal, como anoche, puedo tener el control - él sonrió ampliamente con diversión siniestra.

- Falta poco para el baile - hablo Damián ignorándome- según el director necesitamos un escándalo o algo que ponga la atención entre nosotros.

- No me interesa lo que pida el director - dije después de sentarme en uno de los sillones de la biblioteca.

-Pero es necesario mantenerlo satisfecho. Es mucho mejor tenerlo controlado, aunque sea cumpliendo sus caprichos.

Entre cerré los ojos al ser esa frase ajena a su personalidad. Tome entre mis manos uno de los libros que estaban en la pequeña mesa.

- Tampoco es que te esfuerzos para mantenerlo contentó - dice Damián.

- Soy el más discreto al menos - se balancea hacia atrás sobre su silla.

- Eso no es cierto - me quejé.

-No creo que alguno de ellos - señalo con la mirada a la demás gente en la biblioteca - hubieran reaccionado con carcajadas al ver un cadáver en suelo.

-Entonces en el suelo abría otro cadáver más - me alejé sin decir más, una despedida no la creí necesaria.
Llegue a mi habitación, al entrar lo primero que note fue un vestido con características claras.

Sabia de quien era, sabia quien lo quería ver puesto en mi sin necesidad de dejarme una nota o algo parecido.

Chris

La luz de la luna cada vez era más brillante, pero la oscuridad de los árboles que tapan mí ventana la opacaban.

Me arrodille ante lo que acababa de hacer, mis rodillas tocaron el piso frío, aún mucho más frío de lo habitual.

Coloqué una de mis manos en el suelo. Mi piel se veía pálida y mis venas se notaban.

Estaba lleno de sangre, con aquella mano la esparcí por el suelo con movimientos fuertes, hasta formal la figura de un reloj roto. Coloque las piedras del lago alrededor de éste.

Mire mi mano fíjame, estaba en el centro de aquel reloj, la sangre cada vez se notaba aún más a pesar de la oscuridad que opacaba mi visión.

Ladee la cabeza al sentir en mi mano una presión que la hizo estremecer.

Deslice esa misma mano sobre mi pecho manchándolo, mi mano siguió subiendo sin parar hasta que llegó a mi cuello, haciéndome mirar hacia arriba.

La presión de mi mano aumentaba haciendo que mi cuello retrocediera aún más, el dolor de cabeza era inevitable y el ardor en mi labio lo era aún más. Pero no podía parar.

Mi única reacción fue sonreír ampliamente. Al final todo eso era inevitable.

Una fuerza más era la que me guiaba a aquella oscuridad, pero ya me había resistido a tantas cosas que no quería resistirme a ella.

Sentí como la fría sangre de mi labio adolorido caía a mi cuello manchando mi mano en él.

Una neblina oscura y totalmente negra empezó a aparecer, como una energía mágica que provenía de la sangre esparcida en el suelo.

Sentí las voces, eran demasiadas. Me pregunte si había funcionado o solo era mi consciencia traumada.

La fuerza inmensa aumentaba, mi cuerpo débil ya no aguantaba. Cuando ya no resistí me rendí, pero una mano llena de anillos tocó mi espalda.

Él era el mayor enemigo, pero al final siempre me salvaba.

Heike

Esa, esa sonría que en ese momento estaba en mi rostro.

Esa sonría que siempre aparecía, siendo siniestra, pero aparentando ternura. Tan oscura que crecía por motivos aparentemente no éticos.

Esa que vi que tenía al despertarme en medio de la noche. Cuando el tiempo más pasaba, menos podía intentar dormir.

Me levante sin saber que más hacer, camine por los pasillos esperando encontrarme algo interesante, pero solo iba distraerme en el salón de música.

Cada vez eran más fuertes aquellos pensamientos que se enfocaban en él. Mis pocos sentimientos y emociones, se conectaron como constelaciones fijándose solo en su nombre.

Todo estaba perfectamente entrelazado para poder ser un amor apasionado, pero faltaba aun algo. Él tenía que necesitarme hasta morir.

Yo creía que eso era lo que quería; el control de sus acciones y pensamientos. Pero talvez necesitábamos algo más.

Pero aun así no paraban, esos pensamientos e imagines que aparecían en mi mente mientras caminaba.

No podía apartar de mi cabeza sus labios sangrientos, sus ojos oscuros que me querían poseer, su piel pálida que quedaba tan bien con mis manos en ella.

Lo que de verdad no podía aguantar eran las ganas sacar esos monstruos que en el deambulaban.

Esos monstruos que lo atormentaba, que andaban perdidos en su mente que quería que en mi pensara. Quería que pusiera sus manos en mí, mientras pensara "Tu eres mía" mientras yo era la que lo poseía.

Poseía a su alma corrompida.

Mi mente se despejo al oír un sonido, uno fuerte que no sabía de donde provenía, pero me encargue de seguirlo, aunque fuera del infierno de donde salía.

Una Mentira En Tus OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora