Stand by me ─ Kookmin Au

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黒いUn mes y medio después黒い

Jimin llegó como todos los días a la habitación de Jungkook saludando a las enfermeras del área con un entusiasmo que no sentía. Le entusiasmaba ver a Jungkook, claro, pero la parte de ir con una calma y felicidad que no sentía simplemente para que la lástima con la que se dirigían a él fuera menos le cansaba de sobremanera.

Acomodando su suero al lado de la cama de Jungkook se dejó caer en el pequeño sillón al costado derecho de su cabeza estirándose para depositar un beso en su mejilla en modo de saludo.

Al alejarse, sonrió inevitablemente al ver el rostro limpio de Jungkook, sintiéndose orgulloso por los pequeños logros que había obtenido en casi dos meses de sus visitas a su ex compañero de cuarto.

Cuando comenzó sus visitas, eventualmente empezó a hacerlo a hurtadillas, evitando a las enfermeras y doctores de esa área para que no le prohibieran ir, hasta que fue insoslayable no notar que Jungkook estaba recibiendo visitas por los cambios de posición que presentaba su cuerpo o por la constante limpieza que recibía su rostro, y, por supuesto, por los restos de envoltorios en el basurero que eran imposibles que él pudiera desechar por sí mismo.

Y aunque en un principio había tenido que inventar que eran amigos de la infancia para que lo dejaran seguir yendo, pronto la verdad de que ambos no tenían a nadie más que a sí mismos y que de cierta manera Jungkook le hacía sentir acompañado salió a la luz, Jimin se aferró a la idea de que en gran parte era por la posición vulnerable en la que se encontraba Jungkook y que ambos recibían beneficios con sus visitas, y no sólo él.

Jimin no solo le quitaba cargas a las enfermas al no tener que hacer cosas que le corresponderían a la familia de Jungkook, sino que Jimin hacía todo el ejercicio que tenía que hacer y se entretenía cuidando y hablando con Jungkook incluso sin recibir nada a cambio.

Platicaba con él sin ser callado, comía a su lado sin sentirse solitario y lo cuidaba como si realmente fueran algo más allá de simples desconocidos con un destino similar. Lo afeitaba, lo acomodaba, lo cambiaba y en muchas ocasiones incluso lo lavaba sin morbosidad y sin ningún interés en particular más que del hecho de que estuviera limpio.

Su semblante había cambiado bastante, o al menos, así era como Jimin lo veía ahora: con mayor vida, incluso en su estado. Sin una barba incipiente que manchara su atractivo rostro y con una claridad en el mismo al ser limpiado constantemente por Jimin.

—He peleado con Tae de nuevo —comenzó de forma desanimada, recostando su cabeza al lado de la de Jungkook—. Sigue insistiendo en que me vaya con él. Dice que no le importa si su esposo nos descubre, ¿puedes creerlo?

Colocó sus manos debajo de su barbilla para poder ver a Jungkook.

—¿Me hace mala persona desear que Jin nunca hubiera llegado a nuestras vidas? —preguntó en un susurró, aun sabiendo que no obtendría respuesta—. ¿O lo hace malo a él querernos a ambos? Yo… —La vibración en su bolsillo lo hizo parar.

Al ver al remitente sonrió con ironía. Nunca podría evitarlo lo suficiente.

 

Su pecho se apretó involuntariamente y como si sus ojos fueran grifos de agua a medio abrir se inundaron, nublándole la vista. Se envolvió en sí mismo, con sus brazos al alrededor de su cabeza para ocultar su rostro, sintiéndose patético por llorar y aun más patético al intentar ocultar su rostro a alguien que evidentemente no lo vería.

—A veces realmente lo odio —confesó, sollozante—. Lo odio por no quererme lo suficiente como para elegirme a mí sobre él. ¿Sabes lo que es más gracioso, Kookie? Que la única imposibilidad para que estemos juntos también es la única imposibilidad por la que no deberíamos seguir.