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Pasó una semana antes de que Jimin pudiera volver a ver a Jungkook

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Pasó una semana antes de que Jimin pudiera volver a ver a Jungkook.

El médico de Jungkook le había explicado que, aunque no sucedía con todos los pacientes en coma, algunos sí llegaban a tener convulsiones, más si dichos pacientes presentaban algún tipo de traumatismo craneoencefálico, como era el caso de Jungkook tras su accidente.

Pero al saber que con la convulsión Jungkook había despertado, Jimin no solo se sentía más aliviado, también podía sentir la emoción anticipándose en él con cada día que había pasado durante esa larga semana en la que habían mantenido a Jungkook en una estricta observación sin poder recibir visitas para evitar otra secuela grave del coma y el que no pudieran intervenir inmediatamente por alguien de por medio.

Así que, bien empezó la siguiente semana Jimin estaba más que ansioso por poder llegar al hospital y verlo, sin embargo, se encontró con todo menos con lo que esperaba.

Jungkook no hablaba. No sabían si se debía al traumatismo o sí era decisión propia no hacerlo, pero todos sus intentos por entablar alguna comunicación con él fuera de las revisiones eran nulos. De lo único que estaban completamente seguros era de que había perdido la movilidad de su pierna y brazo del lado de derecho; una secuela muy común en pacientes que habían estado en coma.

Y aunque Jungkook lucía vívido y a simple vista sin algún problema cognitivo mayor el que no hablara era, en gran medida, el problema que ahora presentaban sus médicos. Por ello lo habían citado, Jimin era su última opción confiable.

Jimin miró por la pequeña ventana de la habitación de cuidados intensivos en la que se encontraba Jungkook en un intento en vano de relajarse y asimilar por completo que él estaba despierto; alterándose más ante su ansiado encuentro.

Resollando, abrió la puerta con cautela, temeroso por la primera impresión que podía provocarle a Jungkook. Estaba consciente de que su estado físico había empeorado con el pasar de los días: lucir pálido, con ojeras, labios resecos y un semblante que podría decir por sí mismo su condición no lo hacía sentir precisamente cómodo con él mismo.

Pero al entrar, observó a Jungkook sentado en la camilla con ambas manos encima de sus piernas y la mirada fija en la ventana que daba al exterior del hospital sin alterarse por alguien más en la habitación, lo que lo hizo bajar de su estado ansioso por no recibir de lleno la atención de Jungkook. Parecía pensativo, abatido e incluso algo melancólico, como si su vida se hubiera reducido a esas cuatro paredes y no en la posibilidad de iniciar de nuevo.

Jimin dudo, pero ahora con la sensación amarga de las expectativas de Jungkook sobre sus secuelas se obligó a sí mismo a hablar.

—Hola —lo saludo, acercándose al costado izquierdo de la camilla

El cuerpo de Jungkook se tenso un poco antes de girar lo suficiente la cabeza para mirar de soslayo a Jimin, quien sonrió dulcemente intentando aligerar el ambiente.

Jungkook se limitó a suspirar y a regresar su vista a la ventana, ignorando a Jimin, como lo había hecho con todos hasta ese momento.

—Me alegra que hayas despertado —continuó Jimin, como si ambos estuvieran interesados en iniciar una conversación—. Pensé que nunca tendría el gusto de conocerte.

Nada. Jungkook parecía todo menos dispuesto a ceder por otro completo extraño, y, hasta cierto punto, Jimin lo entendía. ¿Cómo podría estar a gusto al despertar tras un coma por un accidente y estar rodeado de completos desconocidos, con una evidente dificultad en el cuerpo? Pero Jimin podía ser más necio e insistente que cualquier otra persona y no se rendiría hasta conseguir cualquier cosa que Jungkook estuviera dispuesto a darle aparte de su silencio.

Acomodándose en la silla al lado de la camilla, se aclaró la garganta y una vez más abordo a Jungkook.

—Seguramente te estás preguntando quién soy.

En realidad, Jungkook no lo hacía, le daba igual si traían hasta al conserje para hacerlo hablar; no lo haría, sin importar qué, no iba a ceder y verse más patético e idiota de lo que ya parecía.

—Me llamo Jimin —Medito unos segundos lo que le diría acerca de su presencia ahí.

Sabía que nadie le había dicho directamente que había estado visitándolo porque estaba solo, pero estaba casi seguro de que si le confesaba que había cuidado de él durante cuatro meses pese a no conocerse, no lo tomaría de la mejor manera. Podía no conocerlo, pero por cómo lo veía, no estaba tomando nada bien las secuelas de su accidente, sumarle a ello lo que se vería como lástima no sería más que contraproducente, así que inventándose lo primero que se le ocurrió retomo la conversación.

—Vengo constantemente al hospital por consultas y tratamientos que tengo que tomar, por ello los doctores pensaron que sería adecuado que nos conociéram…

Jungkook volteó hacia él tan rápido que lo hizo sobresaltarse y dejar la frase a medias por lo inesperado de su acción. Sus enormes e hipnóticos ojos color chocolate lo miraron con lo que parecía indignación, enojo y frustración antes de sacar con mucho trabajo un pedacito de papel de debajo de su pierna izquierda para luego extendérselo con el entrecejo fruncido.

Extrañado por su comportamiento, Jimin lo tomó, dudoso.

Desdoblando lo que parecía un pedazo de hoja de su expediente médico, observó el trazo inestable, desigual y poco entendible de lo que tendría que ser la letra de Jungkook, quien había escrito textualmente:

Tienes que pagar la cuenta.

Jimin ladeó la cabeza, confundió. No era algo que le diría a alguien que acababa de conocer, pero, de nuevo; lo entendía. Su ex prometida le había admitido haberse llevado la cartera y documentación de Jungkook, era probable que el hospital ya le hubiera reclamado la cuenta de su estadía allí y operación, y que Jungkook hubiera notado la ausencia de sus cosas. Y aunque pedir ayuda de un desconocido era todo menos lo indicado, estaba dispuesto a ayudarlo si se lo pedía.

Pero lo que no sabía Jimin era que Jungkook no le estaba pidió precisamente su ayuda; se lo estaba exigiendo.

Tras despertar, de lo único que había escuchado hablar a las enfermeras era de un tal Jimin, él cual aparentemente había aparecido de la nada después de su accidente; visitándolo insistentemente, haciéndolo pensar que en realidad Jimin no era nadie más que el culpable de que su carro se hubiera descarriado del camino y que por consecuente él estuviera ahora postrado en una cama sin poder mover un lado de su cuerpo y con la imposibilidad del habla.

Sin admitir su culpa, ahora le inventaba que los doctores le habían pedido ir a verlo, haciéndose el desentendido de su responsabilidad en lo que a Jungkook respectaba. Joder, no podía ser más de película su vida. Al menos Jimin no había huido. Aún.

Jimin le volvió a sonreír despreocupado, como si no fuese nada y le estuviera haciendo un favor. ¿Tan malditamente cínico era?

El entrecejo de Jungkook se profundizó aún más, enviándole todos los males posibles con una mirada totalmente venenosa.

Si pudiera le rompería la cara ahí mismo para borrarle por completo esa estúpida y maldita sonrisa angelical. Porque de todos los hombres que pudieron chocarlo lo había hecho uno bonito con rasgos tan cálidos y dulces que lo hacían sentirse un poquito culpable por odiarlo.

Jungkook tenía más problemas de los que había pensado.

Stand by me ─ Kookmin AuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora