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Al terminar con sus quimioterapias Jimin regreso a la habitación de Jungkook para despedirse de él. Taeyang le había asegurado que aun faltaban algunos días para que tuviera que dejar definitivamente el hospital, por lo que podía sentirse mejor al saber que no sería el último día que lo vería.

Luna estaba ahí como de costumbre, intentando convencer a Jungkook para ir al baño como se intentaría convencer a un niño de comerse las verduras.

—¿Te gustan los dulces? Puedo darte uno si me dejas llevarte al baño —le propuso.

Jungkook había cerrado los ojos aparentado estar dormido para que Luna lo dejase tranquilo, y así hubiera sido si Luna no estuviera preocupada por atenderlo antes de irse.

Tanto Jimin como Luna y el mismo Jungkook sabían que era en vano, primero, intentar que cediera, y segundo, fingir dormir cuando ni siquiera por su mala actuación le dejaría de insistir.

Luna suspiró, derrotada. ¿Había algo peor que ser enfermera? Amaba lo que hacía, pero momentos como estos le hacían replantearse su profesión.

—¿Todo está bien? —le preguntó Jimin, al cabo de unos minutos.

Como si fuera su mayor salvación, Luna se acercó a él en cuanto lo noto, abrazándolo con tanto entusiasmo que casi lo estrangulo.

—¡Creí que ya no vendrías! —dijo, soltándolo—. Estaba por llevarlo al baño antes de que acabara mi turno, pero a estado fingiendo dormir desde hace diez minutos y ya no sé cómo ayudarnos. Ni siquiera sé porqué no quiere que lo lleve.

Jimin lo observo, evaluándolo. Definitivamente estaba fingiendo. Era increíblemente lo mucho que había llegado a conocer a un desconocido con tan solo verlo. Jimin estaba seguro de que había memorizado cada uno de sus cambios, respiraciones e incluso posturas a la hora de hacer prácticamente todo y a la vez nada.

Sonrió, un poco divertido de lo muy aliviados que ambos parecían con su presencia y al ver a Jungkook abrir los ojos con un disgusto eminente; rindiéndose al saber que con Jimin no podía seguir fingiendo.

—¿Falta mucho para que termine tu turno?

Luna se mordió el labio inferior, apenada.

—Terminó hace unos veinte minutos, pero no quería dejarlo con la otra enfermera.

—¿Por qué? —Jimin frunció el entrecejo, un tanto molesto porque Luna seguía quedándose más tiempo del necesario, a completando las tareas de la enfermera del siguiente turno.

Se había quejado mucho por lo desatendido que estaba Jungkook antes de él, pero al conocer de cerca a dos personas del hospital se dio cuenta de que no se trataba de desinterés, al menos no de parte de Luna y Taeyang. Ambos tenían tantos pacientes y cubrían tantos turnos extras como podían que le sorprendía la energía y el amor que ambos demostraban por su trabajo.

Aclarándose la garganta, Luna susurró:

—Note que tenía irritación en sus partes íntimas, así que lo cheque y me di cuenta de que la otra enfermera no lo limpia al llevarlo a hacer sus necesidades, por eso me he encargado de llevarlo yo esta semana.

Parpadeando, Jimin la miró incrédulo.

—¿Por qué no me lo habías dicho? —cuestionó al fin.

—No quería preocuparte, además, me he encargado yo misma de ello.

Así como existían personas como Luna y Taeyang, también existían personas como la otra enfermera, quien se había enterado de la visita de la ex prometida de Jungkook el día de su accidente y que le había proporcionado sus cosas, todo por una compensación monetaria.

Dios, Jimin realmente tenía muchas cosas que decirle a esa mujer, conteniéndose únicamente para evitar que pudiera desquitarse con Jungkook, pero si ya lo había estado haciendo simplemente porque le importaba una mierda la salud y la integridad de cualquiera, Jimin no podía seguir permitiéndolo. Definitivamente no dejaría que se saliera con la suya.

—Ve a casa, Luna. Yo me encargaré de él.

Luna exhalo.

—Está bien, puedo hacerlo, Jimin. Es tarde y  deberías regresar a casa.

Admiró el rostro cansado y amigable de Luna antes de negarse. 

—Que me vaya ahora o más tarde no hace la diferencia. Nadie me espera en casa —La señalo—, pero a ti, sí que te espera alguien.

Luna sonrió ante el recuerdo de su nena al recibirla cada noche.

—¿Seguro de que no tienes problema?

—Lo he hecho antes —Se encogió de hombros—. No te preocupes y descansa.

Una enorme línea dibujándose en sus labios reconforto a Jimin lo suficiente para saber que había hecho lo correcto.

Al despedirse de ambos y agradecerle a Jimin por enésima vez, Luna los dejó solos, en la casi oscuridad de la noche afuera y el silencio cortante adentro de la habitación.

Jimin había dejado de llevarlo a hacer sus necesidades porque requería de mucha fuerza para ayudarlo, y aunque sus quimioterapias lo golpeaban con un cansancio angustiante, temía que el desinterés de la otra enfermera lo infectara de algo o definitivamente lo matara.

Lucho todo lo que pudo para colocar a Jungkook en una silla de ruedas, y le tomó otra eternidad poder sentarlo en la taza del baño, pero cuando por fin todo ese proceso acabó y se dirigían de vuelta a su habitación, Jungkook detuvo la silla en medio del pasillo.

—¿Ocurre algo? —le preguntó Jimin.

Jungkook miró su mano derecha inmóvil encima de su también inmóvil pierna derecha, frustrado. Si pudiera moverse no tendría que pasar vergüenzas como la que acababa de pasar.

Maldecía la hora en la que Jimin y el habían chocado, al igual que la maldita amabilidad que le ofrecía y le imposibilitaba odiarlo como quería hacerlo.

Negando con la cabeza, le dio un golpecito con su otra mano a la silla para que siguieran. No tenía caso que intentara reclamarle algo.

Una vez cerca de su cama, le impidió a Jimin que lo tocara, demasiado indignado y humillado como para seguir permitiendo que el culpable de su accidente siguiera ayudándolo como un invalido.

Jimin no comprendía a que se debía su enojo ahora, pero negándose a rendirse y permitirle a Jungkook que siguiera haciendo lo que quería como con todos, se acercó de nuevo a él para levantarlo y acostarlo, recibiendo un golpe sin fuerza en su mano.

—¿Qué es lo que te pasa? —indagó—. Solo intento acostarte.

La expresión de Jungkook era tan hosca y airada que realmente se desconcertó. ¿Había hecho algo mal? ¿Lo había lastimado? O, ¿simplemente Jungkook no estaba bien mentalmente?

Los minutos pasaron, y con Jungkook aún en la silla sin intentar moverse, Jimin se desespero aun más. ¿Qué es lo que estaba mal? De verdad no era la primera vez ayudaba a Jungkook al ir al baño, la semana pasada hasta lo había bañado, si es que su enojo se debía a haberlo visto.

Fatigado por la vida misma, se acercó y una vez más intento cargarlo y acostarlo, pero está vez Jungkook no lo golpeó; su cuerpo se tenso tanto y lo que pareció querer ser un grito demandante que provino después de halarlo fue tan angustiante que Jimin se paralizó.

—D-d-de‐ja-jame t-t-t-tra-q-q-q-quilo —Las ganas de golpearse en la cara al decir eso vinieron tan rápido como su cuerpo calentándose.

Jungkook no era mudo, era tartamudo.

Stand by me ─ Kookmin AuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora