Stand by me ─ Kookmin Au

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La intensidad había cesado.

Aún podía sentir la expectativa de los otros a su alrededor cada tanto, como si mágicamente algo en Jungkook pudiera cambiar y comenzara a hablar a medias para ser la comidilla de los tres. Simplemente no lo haría, y los tres se habían rendido un poco con ello.

Sin embargo, una tarde, mientras esquivaba como de costumbre la cucharada de comida que Jimin quería darle y Taeyang llamó a la puerta para hablar con Jimin en privado toda la calma que creyó que siempre existiría se esfumó.

Frustrado porque Jimin había dejado el control demasiado lejos y era en vano alimentarse solo, dirigió su atención a través del cristal, donde Taeyang y Jimin hablaban en medio del pasillo.

Pudo ver algo de tensión en el cuerpo delgado de Jimin antes de que se tensara totalmente y su mirada se dirigiera a Jungkook, quien lo miró extrañado por la repentina angustia que vio reflejada en su rostro.

Jimin intentó sonreírle, como si aquello pudiera calmarlo a él de paso, provocando que Jungkook se interesara aún más en el intercambio de ambos.

¿Qué podía ser lo que lo ponía tan mal? ¿Era su salud? Había notado que Jimin no estaba exactamente en su mejor momento. La delgadez extrema en su cuerpo, la palidez preocupante de su piel, las ojeras marcadas como tatuajes debajo de sus ojos, y por supuesto, la falta de cabello que cubría con un gorro negro.

Jungkook lo había visto un día sin él por accidente, y queriéndolo notar o no, inmediatamente supo que era lo que tenía Jimin. Él nunca hablaba de eso y Jungkook no se sentía nadie como para preguntarle siquiera por notas, así que evitaba el tema tanto como los evitaba a todos.

Miró entre ambos, intentando leer sus labios, consiguiendo solo frases sin sentido. Cosas como que necesitaban el cuarto y que tenían menos de una semana para dejarlo fue todo lo que entendió.

Minutos más tarde ambos entraron y el cambio en el ambiente fue tan abrupto que por primera vez Jungkook realmente temió lo peor.

Jimin tomó el control de la televisión apagándola definitivamente, sin atreverse a acercarse a Jungkook aún, lo que Taeyang tomó como una iniciativa conveniente para posar ligeramente su mano sobre la espalda baja de Jimin, quien casi de inmediato rehuyó de lo que pretendía ser un toque reconfortante. Se acercó a Jungkook y se sentó a su lado tomando con calma su mano entre las suyas.

A Jeon no le gustaba meterse en cosas ajenas, pero cada día, cuando Taeyang buscaba algún pretexto para hablar con Jimin o lo veía por más tiempo del necesario le hacía pensar mucho a Jungkook.

Cualquiera podía ver algo detrás de las intenciones de su doctor, aunque parecía que Jimin no.

Jungkook no estaba seguro de si Jimin fingía no darse cuenta o si de verdad no lo hacía, pero cuando esquivaba algún contacto directo que quisiera comenzar Taeyang o cortaba sus conversaciones personales con pretextos absurdos, Jungkook casi tenía la certeza de que lo sabía y simplemente no estaba interesado. Cosa que extrañamente lo reconfortaba.

No obstante, se la pasaba tocándolo a él y pese a no ser alguien devoto del contacto físico, se sentía tan natural, tan correcto que a diferencia de su intento de sonrisa hacia unos minutos atrás, su toque realmente lo tranquilizaba.

Jimin se aclaró la garganta antes de comenzar.

—Jungkook, hay algo que tenemos que decirte.

Jungkook podía sentir un «Qué» en la punta de su lengua. Tenían tantas ganas de decirle que se apurara en hablar que fue casi mágico lo mucho que se contuvo cuando Jimin tomó una respiración profunda para continuar.

—Van a darte de alta esta semana —finalizó.

Las palabras de Jimin resonaron en su cabeza lo que pareció ser una eternidad después de haberlo escuchado.

¿Había entendido bien? ¿Lo darían de alta? No, eso no podía ser posible. Seguramente había escuchado mal, su accidente tenía que haberlo dañado también auditivamente.

Parpadeo un par de veces, desosegado. Y entonces, Jimin le pregunto lo único en lo que menos quería pensar.

—¿Tienes a dónde ir una vez te den de alta?

No. La respuesta era un rotundo no. El lugar que algún día había llamado casa la había comprado a nombre de su ex prometida y con ella comprometida con otro, las esperanzas de que dicho lugar siguiera disponible eran nulas.

Jungkook no tenía a nadie, así como no tenía a dónde ir.